Elecciones en EEUU

Parlamentos acosados

El 14 de julio es la fiesta nacional de Francia, evocando la fecha de la toma de la Bastilla de 1789 como la del detonante de la Revolución que cambiaría el mundo, aunque en realidad lo fue unos días antes, el 17 de junio, cuando el Tercer Estado –de la burguesía y el pueblo– se declaró constituido en Asamblea Nacional y sede de la soberanía.

El 6 de enero de 2021 no aspirará a tanto, pero tiene fuerza para ser un poderoso icono como lo son otras tantas fechas que basta citar para entender su significado: 14-A, 23-F, 11-S, 11-M. De momento, el asalto al Capitolio plasma ya alguna idea-fuerza, a saber: los populismos extremistas son un peligro para la estabilidad política y social basada en la democracia parlamentaria. Por ello no es casual que los parlamentos democráticos sean objeto de intentos de acoso y asalto por extremistas populistas, –incluso de «falsa bandera»–, precisamente porque en ellos reside la fuente del poder que desean conquistar o desestabilizar.

Así ha sido siempre en la historia, desde la toma del Palacio de Invierno por los bolcheviques en 1917 y el incendio del Reichstag por los nazis en 1933, hasta la actualidad. Así, los asaltos o sus tentativas a los parlamentos de Nicaragua, Venezuela etc., hasta los autonómicos de Cataluña y Andalucía, y al Congreso de los Diputados, son una constante para intentar conquistar o desestabilizar el poder constituido. De momento, con el 15-M Podemos ya está en el Gobierno de la mano de Sánchez.