El Gobierno de Pedro Sánchez

La calidad del Gobierno

La presencia de Podemos en el Gobierno tiene consecuencias, como es lógico. En primer lugar, permite su existencia, porque sin él Sánchez sencillamente no sería Presidente. Pero no acaban ahí sus efectos, dando continuamente la imagen de un co-Gobierno o Gobierno bifronte más que de una coalición que, aún así, necesita de los votos de ERC, Bildu y Errejón para subsistir. Si alguien hubiera defendido antes una mayoría parlamentaria de Gobierno como ésta, hubiese parecido iluso e insensato, pero el actual ejecutivo incumple el principio de no contradicción –«algo no puede ser y no ser simultáneamente»–, de la mano de los que quieren destruir España al timón de la nave nacional.

El penúltimo episodio lo tenemos con el caso Navalni –el opositor ruso a Putin– y las declaraciones de Iglesias avalando al Ministro de Exteriores Lavrov, al declarar, contradiciendo a la Ministra Laya, que somos una democracia «de baja calidad democrática» por condenar el referéndum del 1-O. Afirmar que lo sucedido en Cataluña, que ha sido juzgado y condenado por el TS, «es un conflicto político que debe resolverse al margen de instancias judiciales y policiales», no es compatible con la responsabilidad de formar parte de un Gobierno. Como tampoco que esos políticos hagan mítines y declaraciones con total impunidad, reivindicando sus actos pasados mientras «cumplen» condena. Todo es demasiado surrealista, pero es real, y la consecuencia es la pérdida de reputación, respeto y credibilidad de España en el mundo. Tener un Gobierno con cinco miembros de Podemos, tiene consecuencias.