Opinión

Todo es una copia

«Ahora la realidad nos pone muy fácil versionarla: ciencia ficción o novela social»

Cuando Nora Ephron volvía a casa del colegio, sus padres le pedían que recordara algo de lo que le había ocurrido, por insignificante que le pareciera, y lo convirtiera en una historia. «Si te resbalas con la piel de un plátano, todos se reirán de ti; pero si lo cuentas tú, puedes pasar por una heroína», le decían. Aquella pareja de guionistas del Hollywood de mitad del siglo XX inculcó a su hija una manera de estar en el mundo que condujo su carrera como periodista y escritora: «Todo es una copia». O el mantra de la realidad como fuente de inspiración. Pese a que Ephron recordaba con cierto resquemor cómo «podías estar en casa deshaciéndote en lágrimas, mientras ellos te aseguraban: ‘Algún día esto será gracioso’», lo cierto es que terminó siendo una lección muy bien aprendida. Fue capaz de hacer una versión (más divertida y alocada, eso sí) de casi todo lo que le sucedió en la vida, incluso de su sonado y escandaloso divorcio del periodista del caso Watergate, Carl Bernstein (descubrió que él le era infiel embarazada de siete meses), que terminó transformado en novela superventas. Aunque, reconozcámoslo, hay episodios que resultan más jugosos que otros, la realidad últimamente nos pone muy fácil lo de la copia: ¿alguien ha podido olvidar las imágenes de los miembros de las mesas electorales en Cataluña ocultos bajo sus EPI, como una especie de reunión de astronautas en el pabellón de un colegio? Con poco esfuerzo, el 14-F y sus resultados electorales nos llevan de la ciencia ficción a la novela social (y casi psicológica): aumentan los extremos y separatismos, mientras menguan las opciones moderadas. Las consecuencias de años de tensiones dan material suficiente para construir la historia de toda una sociedad, que esta vez es la catalana (con sus peculiaridades identitarias), pero que puede ajustarse a buena parte de las democracias occidentales, atravesadas en los últimos tiempos por un asfixiante estrés polarizador. Asistimos al drama de las fracturas sociales que buscan (sin encontrar por ahora) el cauce para recomponerse. Mientras tanto, siempre podemos recurrir a la gran Ephron y confiar en aquello que le decían sus padres: «Algún día esto será gracioso».