Feminismo
Las feministas se olvidan de Levy
A una semana de que se conmemore el Día de la Mujer, la batalla por el liderazgo del feminismo dentro de la izquierda me tiene fascinada. Son como los gladiadores del circo romano, perdón, gladiadoras, que si no se me van a molestar, a cuerpo descubierto, con sangre en la arena, y el elemento sagrado por el que pelean es quién queda mejor ante los colectivos feministas de su parroquia. Oiga, no vaya a ser que Montero-Iglesias quiten el primer puesto a Calvo-Sánchez. Entre tanto griterío y tanta sucia patada también me fascina cada vez más cómo el feminismo se puede ejercer desde una trinchera y viendo en peligro sólo la igualdad de aquella mujer que juega en tu equipo.
Esta semana Andrea Levy, concejala del Ayuntamiento de Madrid, ha tenido que hacer pública la enfermedad que padece, fibromialgia, para terminar con el linchamiento que instigan los del bando contrario, pero también algunos y algunas de su propio bando. A Levy le han colgado todas las etiquetas imaginables para denostar a una persona, en una campaña con tintes, por cierto, muy machistas. Sí, sí, porque anda que no hay señores que abusan de aquello que para Levy era una condena, sin estar probado, y que, para ellos, estando probado, es un mirar para otro lado con una generosa condescendencia. Toda la vida ha sido «cosas de hombres»: ellos pueden sobrepasarse en los discursos, en la gestualidad, en la comida y en la bebida, hasta en el sexo si quieren. Oye, pero si es una mujer, entonces ya no hay piedad, hay hoguera en la plaza pública.
La concejala no ha tenido más remedio que desnudar su intimidad, a la fuerza, para frenar la calumnia. Pero como milita en el PP, entonces no se merece ni una disculpa ni un gesto de apoyo del feminismo militante de izquierdas.
No niego que la derecha ha cometido errores de bulto en su posicionamiento en una causa tan básica como combatir las desigualdades que sufren las mujeres por el mero hecho de serlo. No luchamos por ser más, se lucha por ser igual. Pero hay una izquierda que se considera señora y ama a la hora de repartir el carnet de feminista. Que sólo ve la paja en el ojo ajeno. Y que alaba el patriarcado que ejerce su líder sin pudor ni vergüenza.
Pues no, Ni de derechas ni de izquierdas. La lucha por la igualdad no tiene ideología ni género. Y lo que se le ha hecho a la concejala del PP no tiene un pase.
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