Opinión
Un año devastador para el turismo
Las ayudas deben darse en forma de rebajas en el Impuesto de Sociedades a empresas viables
2020 ha sido un año devastador para el sector turístico español. Después de una década de fuerte crecimiento en todos los indicadores, el ejercicio de la pandemia fue uno de los peores de nuestra historia. En particular, entre 2009 y 2019, el número de turistas pasó de 52,2 millones a 83,7 (un incremento del 60%); las pernoctaciones crecieron desde 141,2 millones de estancias a 223,6 (un aumento del 58%); y el gasto total de los turistas se expandió de 47.900 millones de euros a 91.900 millones (una mejoría del 92%).
En 2020, empero, todos estos marcadores se han desplomado: los turistas han caído de 83,7 millones a sólo 19 (un desplome del 77%); las pernoctaciones de 223,6 millones de estancias a 40,9 (un hundimiento del 81,7%) y el gasto de 91.900 millones de euros 19.700 (un colapso del 78%). Cuesta imaginar realmente, por tanto, la extrema situación que estarán atravesando muchas empresas del sector y, especialmente, las familias propietarias de una pyme cuyos ingresos dependan en gran medida de la actividad turística.
Es por este motivo por el que cada vez son más numerosas las presiones que está recibiendo el Gobierno para otorgar algún tipo de ayudas a los sectores más afectados por este desmoronamiento del turismo, como por ejemplo hostelería y restauración. Sin embargo, y como ya hemos expresado en otras ocasiones, hay que ser cautos con el tipo de ayudas que vayan a otorgarse.
Ayer, la ministra Nadia Calviño recordó que en otros países europeos las transferencias directas a empresas no han impedido que esas compañías acaben igualmente cerrando, de modo que han sido un despilfarro entregado a empresas inviables de raíz: «Hay que evitar lo que ha sucedido en otros países en los que se ha dado el dinero a las empresas y han cerrado».
Cuando termine la pandemia, los hábitos de consumo de los ciudadanos habrán cambiado de un modo importante y por consiguiente, no es seguro que volvamos a presenciar, en el medio plazo, cifras de actividad turística similares a las de 2019. ¿Cuánto tardaremos, pues, en volver a contar con 84 millones de turistas y en recibir 92.000 millones de ingresos a cuenta de esos turistas? Si tardáramos, por ejemplo, una década, sería imprescindible que buena parte de los sectores vinculados al turismo se reconvirtieran hacia otro tipo de actividades, por lo que entregarles ayudas gubernamentales para que «resistan» sólo retrasaría este imprescindible ajuste.
Por eso, tal como ya hemos propuesto algunos, la forma óptima para suministrar las ayudas sería a través de una rebaja extraordinaria en el Impuesto sobre Sociedades, de tal manera que sólo las compañías que sigan siendo viables en el futuro reciban la inyección de capital que necesitan para sobrevivir financieramente.
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