Iñigo Errejón
Trabajar menos: los miércoles son los nuevos jueves
No conozco a nadie que no esté ocupado aunque se le vea sentado en una terraza, pidiendo otra caña y con la mascarilla en el codo
Uno de los grandes momentos de este periódico ocurrió hace muchos años cuando un enviado especial a un evento en el extranjero se quedó sin cobertura o se le rompió el ordenador y no pudo mandar su información por email. Así que llamó por teléfono y un periodista desde la redacción de Madrid le iba cogiendo el texto que dictaba. Como no era el más rápido escribiendo sobre el teclado, lo copiaba a boli para luego, con más tranquilidad, pasarlo.
– «¿Pero lo estás escribiendo?, porque no oigo el teclado», preguntó el enviado especial desde su lejano país.
– «Sí, sí, estoy en ello».
– «Pues no oigo el teclado», volvió a insistir.
Como el enviado especial era, además, el jefe, el redactor comprendió que esa sospecha era una orden, así que mientras apretaba el teléfono entre la oreja y el hombro, con una mano escribía con el boli lo que le dictaban y con la otra daba al ordenador para que pareciese que estaba tecleando.
No conozco a nadie que no esté ocupado aunque se le vea sentado en una terraza, pidiendo otra caña y con la mascarilla en el codo. En España todo el mundo trabaja tanto que es raro que nuestra productividad no esté por las nubes.
O al menos, parece que trabajan. Lo importante es poner cara de tensión, suspirar, hacer ruido y colgar siempre, pero siempre, el teléfono diciendo: «Te dejo, que tengo lío». Uno se acostumbra tanto a hacerlo que un día que estaba de copas con los amigos, me llamo mi mujer y al colgar le dije eso, porque ya me sale de manera mecánica. Cuando llamé de nuevo, no me lo cogió.
Ha pasado un poco de puntillas el plan de Errejón de trabajar sólo cuatro días a la semana. Todavía no está claro si se van a juntar todas las horas en cuatro días o sólo se van a trabajar 32. Que no sé, por otra parte, quién no lo tiene claro...
Con ese plan, los miércoles, como en la peli Pagafantas, serían los nuevos jueves (que recuerden, eran los nuevos viernes) y así el fin de semana empezaría el miércoles por la noche, el jueves vas de empalmada al curro (¿se sigue diciendo curro, verdad?) y luego ya, tres días por delante para, principalmente, no hacer nada. Más o menos, como los lunes y los martes, pero sin tener que poner cara de estresado y repetir que no puedes más mientras vas de la pausa del café a la del cigarrillo.
Para probar si la idea de Errejón funciona van a empezar unas pocas empresas. Creo que ya me he leído, de arriba a abajo, todas las noticias que hablan de este tema, con una atención que no practicaba desde que me examiné de selectividad.
Y nada, que no se nombra a este periódico.
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