Isabel Díaz Ayuso
Madrid siempre lo resiste todo
Ayuso se dispone a probar la potencia de fuego del sanchismo en un escenario inédito
El órdago llega zumbando desde la huerta murciana y rompe todos los sismógrafos. Ciudadanos acababa de quebrar en mil pedazos la baraja y la presidente de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, respondió al reto como le corresponde a un líder. Con un zambombazo electoral. Un trallazo que convierte en inútiles las odas y opas planeadas contra Ciudadanos. De paso atrapa con el pie cambiado a una oposición de izquierdas que está ya entre la saudade y la pura desafección, entre regalar el Manzanares al PP o postular una confederación de repúblicas que deje fuera, por imposible, por hostil, por imprevisible e inexpugnable, la capital de la gloria.
En cuanto a los maltrechos socios naranjas, abonados ya a la putrefacción previa al acabose, al socorro que no llega en forma de calderilla europea y fondos para los pordioseros, a quién pueden ya importarle las penúltimas maniobras Heimlich. Primero renunciaron al centro izquierda. Poco después hicieron lo propio con el liderazgo antinacionalista en Cataluña. De paso aprovecharon para apuntar un gobierno, el de Sánchez, que podrían haber controlado desde dentro. Ahora, con las olas al cuello, el plomo en los pies y los tiburones de recio tonelaje rondando enamorados, resta sobremorir a la herencia de Albert Rivera, aquel que soñaba quiméricos sorpassos y terminó en Martin Ødegaard del centro liberal, triste Nicolás Anelka del bestiario político y memorialista sin lectores. Ayuso probará la potencia de fuego sanchista en un escenario inédito. De confrontación abierta. Sin necesidad de que el gobierno central, deudor de tantos tics trumpianos, amontone de mala manera los cadáveres del Covid-19 para mejor disparar contra su archienemiga. Ayuso tiene en contra la ferocidad de buena parte de las terminales mediáticas, que hicieron cuanto pudieron para caricaturizarla, de virgen de la ultraderecha a aldeana guapa pero también risible. Todo valía en el zafarrancho contra Madrid. Desde acusar a la comunidad de secesionista (¡en el país del 8 de octubre de 2017!) hasta criticar la construcción de un hospital público para pandemias, el Isabel Zendal, en mitad de la peor pandemia del último siglo. Tampoco ignoramos que el ministro de sanidad con uno de los peores ratios de contagios y muerte a nivel mundial, Salvador Illa, dedicó buena parte de su calamitosa gestión, a labrarse un futuro electoral en Cataluña. Mediante la la conflagración por tierra, mar y aire contra la presidenta de Madrid. Y contra los propios madrileños. Sus palabras son ya una escandalera frente al argumentario que hizo de la ciudad trinchera de pim, pam, pum y muñeco de paja a despecho de los números macroeconómicos, que demuestran el triunfo de las políticas de Ayuso. «Me he visto obligada a tomar esta decisión por el bien de Madrid y de España y contra mi voluntad repetida de agotar la legislatura», sostiene Ayuso, «Si no tomo esta decisión Ciudadanos y el PSOE hubieran presentado una moción de censura, algo que ya habían hablado en reiteradas ocasiones, y causar el desastre». Tampoco importa mucha la aparente satisfacción de Vox: el voto útil, en este caso, no será el de los verdes, sino el de un PP que parecía en cuarto menguante tras la debacle en Cataluña. Madrid es mucho Madrid y cuando Auso recrimina al gobierno que quiere pararle los motores el grito resuena de Plaza Castilla a Guadarrama y de Sol al Jarama. No faltan ni las cuestiones económicas ni las guerras culturales. «No puedo aceptar que suban los impuestos, que entren a adoctrinar en los colegios, que cierren los comercios y la hostelería o que destruyan el tejido empresarial», sostiene.
Los asesores de Moncloa, con Iván Redondo al frente, eligieron la vía más peligrosa. Apuntalaron un Madrid mitológico. Supuestamente reaccionario. Buscaban contraponerlo al discurso y la postal de la teórica arcadia multicultural y multinacional y multifrutas del resto de cantones unidos. En su estrategia frentista olvidaron que ninguna ciudad ha resistido mejor y que en el mundo globalizado si renuncias a las grandes capitales apenas resta apostar por las periferias identitarias y rurales. Madrid es Nueva York y es Washington y es L.A. Se comprende la ojeriza del Trump en Moncloa. A Díaz Ayuso la han tachado de prepotente, de tontita y de montaje de asesores y expertos en marketing. Más bien asoma ya como el gran contrapoder al sanchismo y la única alternativa viable a las zozobras populistas.
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