Comunidad de Madrid
Secesionismo madrileño, dicen
En mi momento John Lennon imaginé que detestamos el estribillo según el cual los “moderados” justifican las reclamaciones más egoístas y la destrucción de las instituciones de todos
Soñé, como el auténtico bobo que soy, que los españoles dejaban de comprar el mantra que equipara discriminación y progresismo. Imagine que asumimos como evidente que no hay nada más radicalmente comprometido con la democracia que la defensa de la igualdad, que nos oponemos a la competencia desleal entre españoles, que defendemos una unidad de justicia redistributiva y que combatimos la deriva de un país desarbolado, donde la influencia política de los ciudadanos depende del empadronamiento y el rh diferencial. Elucubré que aborrecemos de unos caladeros electorales basados en generar todo tipo de trabas en el acceso laboral de aquellos no bendecidos por la suerte de disponer de una lengua “propia” más allá de la koiné. En mi momento John Lennon imaginé que detestamos el estribillo según el cual los “moderados” justifican las reclamaciones más egoístas y la destrucción de las instituciones de todos y la voladura de los afectos compartidos en nombre de unas señas de identidad mejores cuanto más excluyentes. La decadencia española puede resumirse en el camino que va de Savater y Azúa a Monedero y Ortega Smith. La putrefacción está relacionada con nuestra incapacidad para encarar los problemas reales de los ciudadanos y esa eterna, repugnante sumisión a lo simbólico, confundiendo, como denunciaba el manifiesto inolvidable, el análisis de los hechos con la adhesión a unos principios abstractos. Soñé, y qué vergüenza, que renunciamos al guerracivilismo en vena y las palabras vacías, heridas de muerte, al anti intelectualismo y a la brutalidad con la que muchos humillan mientras crecen como amanitas los cultos caciquistas y los eslóganes de barra brava y sujétame el cubata. Soñé que mi generación, emasculada para el combate intelectual, despertaba al mundo adulto y que apostaba, con el maestro Félix Ovejero, «por un gobierno de concentración que aproveche para depurar los nacionalismos con un sentimiento patriótico cimentado en retos reales». Pero abrí los ojos y algunos ya denuncian con cuajo acorazado un “secesionismo madrileño” que sería para orinarse encima de la risa, o sea, tía, qué fuerte, si no fuera porque son los mismos que escriben con el culo en pompa frente al secesionismo golpista y los privilegios fiscales/feudales del apartheid.
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