Política

La vergüenza de normalizar a Otegi

El olvido de los horrores de ETA debería avergonzar a aquellos que aceptan a los bilduetarras que ni siquiera han pedido perdón

Uno de los aspectos más repugnantes de la Nueva Política es la campaña de normalización de Otegi y sus compinches emprendida por la izquierda política y mediática. El olvido de los horrores de ETA debería avergonzar a aquellos que aceptan a los bilduetarras que ni siquiera han pedido perdón. En este período hemos asistido al esperpento de considerar normal que los comunistas y anticapitalistas estén en el Gobierno de España.

No contentos con ello, los socialistas, que eran tan fervorosos defensores de la aplicación del artículo 155 de la Constitución para acabar con el golpe independentista, ahora buscan ansiosos los pactos con ERC y JxCat que quieren destruir España e insisten en el mensaje de lo «volveremos a hacer». Por tanto, está muy bien para la izquierda el negociar con los herederos de la banda terrorista que sembró de muerte toda España, así como con los independentistas y los comunistas mientras que es terrible, escandaloso y no sé qué más chorradas que Vox, que es un partido que respeta el ordenamiento constitucional, forme parte de las instituciones.

En este sentido, me causa estupor que José María Álvarez considere que la presencia de Otegi en el Congreso de UGT está en la línea de «entrar en situación de plena normalidad». ¿Y que hicieron los delegados? Pues recibir este mensaje con una gran ovación. Es triste que el secretario general del sindicato olvide a los afiliados que murieron por las balas o las bombas de la banda terrorista. He de reconocer que esta «plena normalidad» me produce una gran repugnancia.

Al margen de discrepancias ideológicas o políticas, Álvarez me parecía una persona coherente y seria, pero me temo que, como en otras ocasiones, me he equivocado. No puedo entenderle. En primer lugar está el recuerdo de las víctimas, tanto del sindicato como del conjunto de la sociedad española, y a esto hay que añadir que no solo no han pedido perdón sino que se sienten muy orgullosos de la lucha armada, que es el subterfugio que utilizan para enmascarar el terrorismo.

No me sorprende que los podemitas empaticen con los bilduetarras y los independentistas, ya que les une la destrucción de España como hilo conductor de su estrategia política. En cambio, la mala memoria socialista es muy diferente porque responde a una ausencia de valores y principios que es un síntoma de la decadencia que afecta a la clase política. Por ello, es comprensible el declive de partidos y sindicatos.