Economía

Globalización y desarrollo humano

Leandro Prados de la Escosura ha elaborado un Índice de Desarrollo Humano Aumentado, que combina salud, educación, nivel de vida y libertades civiles y políticas.

Los especialistas han ido ampliando su perspectiva estadística del desarrollo humano. Leandro Prados de la Escosura, catedrático de la Universidad Carlos III de Madrid, y el historiador económico más relevante de nuestro país, ha elaborado un Índice de Desarrollo Humano Aumentado, que combina salud, educación, nivel de vida y libertades civiles y políticas.

En trabajo reciente, publicado en la “Economic History Review”, el profesor Prados de la Escosura analiza la evolución de este índice en los últimos ciento cincuenta años en hasta 162 países. Se aprecia una tendencia al alza desde 1870, especialmente en el periodo 1913-1970. El progreso fue desigual hasta 1960 en términos absolutos, y hasta 1929 en términos relativos, pero después la desigualdad disminuyó. Hasta la Primera Guerra Mundial la desigualdad relativa del índice aumentó, emprendiendo después un descenso sostenido a largo plazo desde finales de los años 1920.

E incluso la desigualdad absoluta del IDHA entre países y regiones, que aumentó hasta mediados del siglo XX, disminuyó a partir de 1960. Los países relativamente más beneficiados por el desarrollo humano fueron los países de rentas bajas y medias, aunque, lógicamente, los más ricos obtuvieran las mayores ganancias absolutas. Y la brecha entre la OCDE y el resto del mundo cayó desde finales de la década de 1920.

Estos datos no van siempre de la mano de la renta per cápita, subraya Leandro Prados de la Escosura. En efecto, la desigualdad mundial en ingresos aumentó hasta comienzos de los años 1970, se estabilizó después y está bajando desde los años 1990, mientras que la desigualdad en el IDHA no ha dejado de caer desde hace un siglo.

Su explicación anota que la esperanza de vida fue el principal motor del progreso del IDHA, en particular entre 1914 y 1970; la educación lo impulsó en todo el período, y las libertades, como cabía esperar, fueron un factor determinante del desarrollo humano en las últimas dos décadas del siglo XX.

Siempre se puede mejorar. Pensemos por ejemplo en la extensión de la esperanza de vida desde 1990, en buena medida restringida a los países más desarrollados, y que aún no se ha extendido a los demás.

El progreso del conjunto es indudable: entre 1870 y 2015 el IDHA se multiplicó por cinco.