Política
Sánchez oculta la realidad de la crisis
Es cierto que Pedro Sánchez no se presenta a las elecciones de la Comunidad de Madrid, por lo que nada le impide que utilice la tribuna del Consejo de Ministros o del Congreso para hacer campaña a favor de su partido. Otra cosa es la usurpación de lo público en beneficio propio y el deterioro que ocasiona a las instituciones. Ahora bien, si lo que quiere es explicar en qué se gastará el dinero que llegará de Europa –70.000 millones de euros, de momento, de 140.000– lo mínimo exigible es concreción y claridad. Y algo de sensibilidad con los que están sufriendo los efectos de la crisis. Primero, la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, anunció una subida de impuestos sobre sociedades, patrimonio y sucesiones y donaciones con una evidente intencionalidad electoral para rebatir la política fiscal de Díaz Ayuso; después, Sánchez la justifica porque era una recomendación de la Unión Europa de armonizar los diferentes sistemas. Sin embargo, ayer la OCDE aconsejaba que no se realizasen subidas de impuestos hasta que la recuperación no esté «firmemente en marcha», por lo que habrá que entenderse que estas medidas, de aplicarse, deberían ser a medio plazo. Los planes del Gobierno son los de «armonizar» la hacienda pública, pero sin ofrecer un sistema fiscal más eficaz, tal y como propone la organización de los países desarrollados, con el objetivo de abordar un sistema de financiación para la reforma del mercado laboral, la educación y la innovación, y que Sánchez dejó en el limbo. Por contra, el presidente presenta un panorama ideal, pero incapaz de ver la realidad del país. Por citar el aspecto más humano que la izquierda hubiese explotado hasta la extenuación de haberse encontrado en la oposición: las llamadas «colas del hambre», que no es más que la plasmación de la precariedad laboral de nuestro mercado laboral y las carencias estructurales en una formación cara al empleo y de la que Sánchez pasó de puntillas. Más de 200.00 autónomos y pymes se quedarán fuera de los 7.000 millones de ayudas directas al no pertenecer a una de las 95 actividades beneficiarias. Otra realidad que Sánchez ha eludido, sin abordar qué será de miles de negocios que han sido dañados por la pandemia. Ya no es el momento de las ayudas directas, sino de inversiones para reformar el sistema productivo, pero no puede esconder la realidad del turismo y la hostelería, con 62.000 millones de euros perdidos y las destrucción de 600.000 empleos directos.
Decir, como ayer apuntó Sánchez en el Congreso, que su plan de recuperación es el «más ambicioso de nuestro país» –sin duda, los 140.000 millones de ayudas lo avalan–sólo indica una euforia que esconde una evidencia: no puede entregar a la oposición 200 folios horas antes de presentar este plan. El sectarismo no es lo que necesita España en estos momentos. Hace falta el consenso de todos.
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