Política

Dos de Mayo

Hoy recordamos una fecha concreta de la larga y noble historia en Madrid con una enorme resonancia nacional, y que tuvo una gran influencia en fechas posteriores. Porque lo que tuvo lugar, un día como hoy, hace 213 años, fue una gesta colectiva de resistencia al invasor y a la opresión. Esa gesta inolvidable tardó menos de 4 años en convertirse también, a través de la Constitución gaditana de 1812, en una gesta democrática, que, de manera entrecortada, en una historia llena de frustraciones, enlaza con nuestra España de hoy. Una nación constitucional, con las cuatro décadas de mayor estabilidad y libertad, que todos tenemos la obligación de defender, porque es el constitucionalismo la mejor garantía de convivencia y bienestar que tenemos los españoles. Por eso, cada 2 de mayo, igual que cada 19 de marzo, cuando conmemoramos la gesta democrática rubricada en Cádiz, estamos conmemorando, ni más ni menos, un hecho que hoy sentimos como irreversible y entendemos como irrenunciable: España es una Nación de ciudadanos libres e iguales. Los que se pusieron en pie contra el invasor en 1808 y los que, espoleados por este hecho, se pusieron de acuerdo en 1812, fueron españoles de diversa condición y con distintas ideas, pero con un mismo objetivo: el de conseguir una España mejor. Un anhelo que no ha cambiado en el paso de más de 200 años. Un espíritu que ha guiado la construcción de la España que hoy somos y que debe servir también de inspiración a la España que podemos llegar a ser. Aquella primera Constitución, y su impulso al constitucionalismo en lengua española, ha representado, durante más de 200 años siguientes y hasta hoy, la referencia de todas las etapas que pretendieron ser liberales y democráticas, hasta la consecución de nuestro régimen de libertades con la Constitución de 1978. Un éxito histórico que disfrutamos en el presente y que le debe mucho al pasado que hoy festejamos. Y que nos debe servir también de espejo en el que mirarnos, para afrontar los enormes retos que tenemos planteados en este momento. Porque aquellos años que conmemoramos, como estos que nos tocan vivir, eran de enorme dificultad. Los madrileños entonces, como ahora, supimos estar a la altura de las circunstancias. Despertamos a España y fuimos el motor que desembocó en el impulso constitucional y reformista de las Cortes de Cádiz. El adversario a batir es ahora diferente. No es, como era hace dos siglos, un ejército extranjero ni un sistema político autoritario. El de nuestro presente se llama Covid y se apellida crisis. Nuestra Constitución Española del año 1978 es nuestra actual referencia para superar la crisis, porque nuestra Norma Fundamental es el eje de la convivencia en la etapa de mayor progreso de nuestra Historia, y su vigencia para apelar al bien colectivo la confirma como el mejor instrumento para afrontar los retos presentes y futuros. La izquierda radical y la radicalizada buscan la división y el enfrentamiento ciudadano como instrumento electoral, pero ni han conseguido esta división, ni van a conseguir el apoyo electoral que buscan, no se lo merecen.