Opinión
La prevista rendición de ERC
Es antológico el ridículo socialista ofreciéndose para gobernar porque habían ganado por un puñado de votos
No entiendo que alguien soñara con una repetición electoral en Cataluña. Era una rendición anunciada, porque a ERC se le va la fuerza por la boca. Nada que nos tenga que sorprender, sobre todo conociendo la realidad catalana. Aragonés, siguiendo las órdenes de Junqueras, ha cedido en todo lo que quería Puigdemont. Es verdad que será presidente de la Generalitat, lo cual confirma por enésima vez que no hay mejor ascensor social que la política, pero su rival contará con siete consejerías, algo lógico porque solo tienen un diputado de diferencia, entre las que se encuentra la vicepresidencia económica y Sanidad que en estos momentos son fundamentales.
No hay que olvidar que JxCat tiene la presidencia del parlamento catalán. Es, simplemente, un cambio de papeles con respecto a la anterior legislatura, pero con ventajas para el partido de Puigdemont. Por supuesto, la agencia de colocación se mantiene en su plena intensidad y los centenares de altos cargos y asesores de la antigua Convergencia mantendrán sus chollos a cargo de los presupuestos públicos. Otro aspecto clave, como era previsible es que Puigdemont mantiene todo su poder e influencia aunque hablen de órganos de coordinación.
El problema de ERC siempre es la última milla, porque de una forma u otra su rival le gana cuando se esperaba lo contrario. No hay más que recordar las cosas que se han dicho o escrito estos días. En este caso, además, estaba la habitual presión de las entidades más poderosas del independentismo que en el teatrillo negociador irrumpieron con sus advertencias.
Es bueno recordar que Jordi Sánchez, que se ha convertido en el ayudante del sumo pontífice del independentismo de derechas y negociador plenipotenciario de JxCat, proviene de ese mundo. Por cierto, es antológico el ridículo socialista ofreciéndose para gobernar porque habían ganado por un puñado de votos y empatado en escaños con ERC. Eso sí es vivir en una realidad paralela.
Mientras el PSC informaba a La Moncloa que no habría acuerdo, ERC decía justo lo contrario. No se dieron cuenta de que eran convidados de piedra en una cuestión que afectaba solo a dos. A Junqueras y Puigdemont les importa un pepino, para que lo entiendan en lenguaje coloquial, lo que piensen, crean o quieran los socialistas. Es una relación meramente instrumental, porque siempre se pueden aprovechar de la debilidad de Sánchez. Y, por cierto, nadie necesita a Podemos de intermediario. Esa es la chorrada más divertida en este esperpento independentista.
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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