Eurovisión
Sí, pero no
La red proporciona una magnífica vía de información, pero también de desinformación
«¡Que se ha agachado para meterse un raya!», «Que el tío no se ha cortado», «Se ve perfectamente que baja la cabeza casi hasta la mesita»... alboroto en casa, durante la sesión de Eurovisión. A mí no me parecía verosímil que el cantante de Maneskin, en pleno directo de la votación, con las cámaras barriendo la sede de Roterdam, se hubiese arriesgado a drogarse. «¡Que no te enteras, mamá, que es clarísimo, que se agacha además para que no lo vean». Yo continuaba dudando, insistí en que los cantantes, en especial tan jóvenes, forman parte de una delegación cualificada.
Damiano David, ganador de Eurovisión con un rock italiano muy comercial, triunfador antes en San Remo, salió escaldado de la noche. Entre nosotros, el debate llovía sobre mojado. Es habitual que los jóvenes opinen sobre la actualidad al ritmo de la redes. Cuando hablan de vacunas, mencionan todo tipo de efectos secundarios recabados por esa vía. Cuando sale el conflicto palestino-israelí, sus opiniones se fundamentan en internet. La red proporciona una magnífica vía de información, pero también de desinformación. De acuerdo con el último informe Pisa, los escolares españoles tienen dificultades para discernir los datos reales de las llamadas fake news. Eso les deja a merced de los bulos.
Personalmente, me acosté el sábado en la duda. Ellos, no, ellos lo tenían clarísimo. En cuanto a Damiano, visto lo visto, y una vez que se quitó el provocativo peto de tirantes, que lució medio desnudo encima de los tatuajes, se sometió a un test de drogas. El lunes por la mañana la organización del festival emitió un comunicado que probaba que no había consumido. «Voilá», escribió en las redes sociales, una indirecta a la delegación francesa que, desde su segundo puesto, se había apresurado a pedir la descalificación del italiano. Después se han revelado fotos del cantante bastante más formales que las del concurso, se ha conocido que estudió latín y griego en la Escuela Montale, que lleva cuatro años con novia, la influencer Giorgia Soleri, o que pertenece a una familia trabajadora de un barrio del oeste de Roma.
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