Opinión
Tú eres un progre y lo sabes
La izquierda internacional, desde la mojigatería de sus mohines cursis, ha conseguido secuestrar toda la narrativa buenista imaginable
Podemos afirmarlo, la izquierda se ha erigido con incuestionable habilidad e hipocresía a nivel global como el sistema credencial o la religión, incluso, de todas las personas espiritual, económica, psicológica, física y socialmente resentidas (con más o menos razón). En cuanto a los devotos feligreses, desconocedores de su doctrina, tienen en común tal frustración y un odio tan irracional en su amargura, que pasarían por alto los actos más deleznables de los distintos partidos zurdos (si conocieran su trayectoria) para no cambiar de idea.
De este modo, la sana defensa de las minorías, sabia, valiente y generosa en su concepción, se ha fanatizado, con fines groseramente utilitarios, llegando a extremos de pensar y exteriorizar que lo normal y ortodoxo es parte de un sistema tiránico que denigra y asalta al débil.
Hoy, personas que se han sentido discriminadas por razón de su género u orientación sexual (a las que, por cierto, la izquierda ha perseguido encarnizadamente, no solo en el stalinismo… En el Vietnam socialista comunista la homosexualidad sigue siendo tabú); mujeres desatendidas, ninguneadas, maltratadas o simplemente desgraciadas se han sumado a los movimientos radicales de izquierda, desconociendo que dictaduras como la de Bulgaria, comunista, nos llevaban a campos de concentración por querer vestir libremente o divorciarnos…
¿Desconocen estos colectivos contrariados los asuntos económicos o simplemente no les importan? En España, cabe destacar, que, al voto feminista, como a cualquier otro voto de colectivo enchufado, no le importa mucho la situación laboral de sus conciudadanos, mientras el gobierno asista al 8M, se pongan el lacito y suelten la paguita para el chiringuito.
En honor a la verdad, si uno no está obteniendo un beneficio claro y tangible no es muy razonable que un ser maduro y pensante pueda hacer otra cosa que no sea una digna (y respetuosa) oposición a los poderes de turno. Ya saben, por aquello de “el poder corrompe” y tal… y porque los seres humanos como dice Woody Allen, nos dividimos entre horribles y miserables… y más vale tenernos bajo vigilancia, especialmente a los que ostentan el gobierno, el dinero y el destino de todos.
Pero… en esta religión que nos ocupa, la verdad es pecado capital y lo que un día se planteaba como soberanía del pueblo, en el siglo XXI, la Era de la envidiocracia, se ha convertido en la dictadura de los enojados donde la izquierda desacomplejada, mañosa y ladina fortalece a las minorías indignadas que no tienen mayor consistencia moral ni intelectual por el hecho de haber sufrido y que nos culpan a todos de su dolor.
Veamos, es como si todo aquel que hubiera disfrutado de una posición cómoda en el pasado se hubiera transformado en villano. Los hombres son villanos, los heterosexuales son villanos, los empresarios son villanos, los médicos, los profesores, los blancos, los madrileños … ¡A por ellos!
La izquierda internacional, desde la mojigatería de sus mohines cursis, ha conseguido secuestrar toda la narrativa buenista imaginable y enarbolando las más dispares e inconexas banderas, se aprovecha de los que creen en sus ardides para generar poder. Y practica el despotismo en la política, en la economía, en la cultura y en la educación, que ya no es educación sino adoctrinamiento.
La estrategia es elemental, divide y vencerás: mujeres vs hombres, gays vs heterosexuales, negros vs blancos, ateos vs creyentes, veganos vs carnívoros, padres vs hijos… y en definitiva: la trampa vintage de la izquierda vs la derecha. Mientras más fraccionados estemos, más manipulables somos, ignorantes de las motivaciones ocultas de quienes nos alejan y a las que nadie apoyaría si estuviese mejor informado, menos aburrido o menos rabioso.
Podemos reír y pensar que la progrecracia está integrada por inmaduros, personas a las que no les importan los hechos sino el relato; idiotas útiles con camisetas ¿del Che?, ¿Stalin? ¿Mao? 80 millones de muertes… (Hasta 2002 en China estaba criminalizada la homosexualidad gracias a Mao). Almas imberbes que luchan en una búsqueda desesperada de identidad e integración porque no son capaces de distinguir entre el bien y el mal, y no saben quiénes son. ¡La izquierda se lo dirá! “Tú eres distinto, tú eres de progresista, tú eres mejor!”.
El inconveniente es que este proceso de secuestro intelectual manifiesta una clarísima tendencia al verdadero fascismo entre desinformaciones historicistas, pseudociencia, victimismo hipertrofiado y consignas cool.
Si comulgamos con el discurso de izquierdas somos libertadores, grandes aliados de la virtud, somos un sinónimo de progreso, lo que el planeta tierra necesita, pertenecemos al club de la bondad; por el contrario si te atreves a criticar la hegemonía de la narrativa progre eres un retrógrado-fascista-patriarcal-hetero-privilegiado, estás avalando la agresión sexual y el feminicidio, el kkk, odias a los negros, a los indígenas y eres un franquista de extrema derecha, homófobo en pos del negacionismo, el hirsutismo y hasta el canibalismo… donde todo lo bueno pertenece a su lobby y todo lo malo a la (disconformidad) execrable derecha.
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