Deportes

Olímpicos

No está tan claro que la capital japonesa esté resultando beneficiada

Pronto se cumplirán 30 años desde los Juegos Olímpicos de Barcelona (1992). Fueron un logro, no solo para la ciudad. Sirvieron entre otras cosas para abrir Barcelona hacia el mar. En España, tradicionalmente la mayoría de las ciudades litorales han dado la espalda al mar, huyendo quizás de la humedad, el salitre y la corrosión, y por tanto también de las ventajas de salubridad y belleza que ofrece mirar de frente a un horizonte de agua. Solo a partir del Desarrollismo del siglo pasado, empujadas por el turismo y su fuente aparentemente inagotable de riqueza y crecimiento, las ciudades y pueblos costeros se dieron la vuelta, para encarar una nueva dirección, un futuro diferente. Los juegos de Barcelona 92 supusieron una mejora en todos los sentidos para la ciudad y sus habitantes, excepto quizás para quienes frecuentaban los malsanos y deteriorados burdeles del Raval, que se vieron en la calle sin contemplaciones. De haber sido hoy, Samaranch, entonces presidente del COI, habría tenido que hacer frente a airados movimientos de Stop Desahucios en antihigiénicos «lugares de lujuria y perdición». Pero no fue el caso. Todo ha cambiado de forma asombrosa. Hasta hace poco, unos Juegos Olímpicos eran una garantía de progreso y florecimiento para la ciudad que los albergaba. Suponían avances urbanísticos, económicos, sociales, de imagen pública ante el mundo entero… Hoy, examinando cómo evolucionan los de Tokio –en condiciones pandémicas, pésimas en todos los sentidos, tanto para los atletas como para la ciudad, después de posponerlos un año por el Covid…, en ausencia de público, etc.– no está tan claro que la capital japonesa esté resultando beneficiada. Aparentemente, ya nadie se acuerda de la enorme frustración que supuso para Madrid perder la candidatura de estos mismos juegos. Las autoridades madrileñas, en su momento, hicieron de todo para conseguirlos. A muchos de estos atletas, el pasado año y medio de confinamientos y restricciones les ha truncado sus carreras. La organización, imagino que también se ha resentido, o eso se deduce de algunas decisiones desacertadas… Visto ahora, fue una verdadera suerte que Madrid no resultase elegida. A veces, quien hoy pierde, gana mañana.