Bolivia

Año de nieves, año de bienes

«La nevada ha coincidido además con la celebración de una curiosa ceremonia ancestral»

Mientras en el Mediterráneo sufrimos uno de los veranos más calurosos de nuestras vidas, en otros lugares del mundo están abrigándose contra las gélidas temperaturas.

Esta semana, una intensa nevada ha vestido de blanco el Altiplano boliviano. El manto de nieve ha provocado un enorme parón en las regiones afectadas del Este de Bolivia. Se cancelaron partidos de fútbol y cerraron estaciones de buses: las condiciones atmosféricas eran demasiado peligrosas.

La nevada ha coincidido además con la celebración de una curiosa ceremonia ancestral. Cada vez que comienza agosto, los aymaras, los quechuas y otros pueblos andinos celebran el día de la Pachamama, una jornada para venerar a la madre tierra. Conocí a un argentino que también tenía como costumbre honrar a la Pachamama el primero de agosto. Guardaba durante un año una botella de «caña con ruda» –es decir, alcohol macerado con una planta–. Confiaba así «espantar los males del invierno y prepararse para los ardores del verano». En ese hemisferio Sur, a partir de ahora, empieza a abrirse paso la primavera. El ritual ya ha traspasado la tradición oral y se encuentra en cualquier medio digital de América Latina. Su liturgia consiste en beber la mezcla siempre a tragos impares, con amigos o en familia, a primera hora de la mañana o en ayunas.

Este año, desde «La Cumbre», a 4.600 metros de altura y a 12 kilómetros de La Paz, se hicieron varias ofrendas a la Pachamama en medio de una espesa niebla y una incómoda ventisca. En una, los asistentes demandaron a la madre tierra el fin de la pandemia: «La gente no pide tanto riqueza, sino salud, estar tranquilos, no enfermar. En segundo lugar, está lo económico», aseguró la curandera Eli Laura a la agencia AFP. Otra sabia indígena, Antonia Quispe, realizó su ofrenda no sólo para demandar prosperidad y éxito, sino para que el coronavirus «desaparezca y que la Pachamama se coma a la enfermedad».

Mientras todos nos vacunamos, me quedo con la creencia indígena de que, si hay nieve en el Altiplano durante el día de la madre tierra, es sinónimo de buen augurio. Nuestro «año de nieves, año de bienes» para los aymaras.