Opinión

Pobre Pistolita

Conocen esta canción de Paquita la del Barrio, ¿verdad? Es lo primero que se me vino a la mente al leer la farragosa y redundante columna con la que nuestro otrora Robespierre de Galapagar se ha estrenado en CTXT. Dice así, es divertida, escúchenla:

Ya no andes por ahí presumiendo que eres muy ardiente; puro cuento y jarabe de pico, tú no aguantas nada, mi bello durmiente…”

Volviendo al artículo de Iglesias, me impresionó _¡bien por él!_ la elección gráfica de la pistola nazi grabada con los logos de Vox y el PP. Una imagen grosera pero significativa y poderosa, muy en la línea maquiavélica del ex vicepresidente, convincente y gratísima para sus todavía feligreses.

Sin embargo, el texto, prolijo, dramático e innecesario se le hace a uno bola. Me pregunto quién tendrá el aguante (y el tiempo) de leerse de “pe a pa” sus trasnochadas columnas largas como el Río Amazonas, aunque si nos atenemos al contenido, poco caudalosas. Al menos esta de la pistolita consta de un ramillete de clichés sobados hasta requerir coderas, un frito refrito de fritanga de sus viejos hits de revolucionario libertador que ya no se cree ni él ni su caballo, ese con el que cabalgaba contradicciones asido a las crines del gobierno de coalición.

El problema del comunismo (casi todos somos comunistas en lo más profundo de nuestro tierno corazón) es que nadie está a la altura del desapego material y personal que realmente requiere, como nadie está a la altura de la ejemplaridad que le pide ser monarca, ni de la honestidad que demanda el celibato.

Pablo quiso cortarse la coleta en los últimos tiempos, estoy segura, porque quiso presidir, reinar… llegar a emperador y no le culpo (a mí también me gustaría muchísimo y soy republicana…) ¿Quién no desearía viajar constantemente, conocer a los más grandes artistas y pensadores del mundo, cenar con ellos… hablar con Isabel II por wasap…? Pablo sí, le encanta Juego de Tronos (nuestro ex político de cabecera se dejaba impresionar por las series y eso es fresco, simpático) y se veía, con perfecta verosimilitud, cetro en mano, sobre un trono… ¿Alguien creía que se conformaba con ser la sombra de Pedro Sánchez?

Él, que jamás iba a salir de Vallecas, viviendo en un chalete burgués; ella, la combativa feminista, ascendida a ministra tras liarse con el líder; los defensores de “los de abajo”, maltratando al servicio_recordemos la indemnización de decenas de miles de euros a su empleada de hogar por tratarla como un (trozo de mierda) excremento… Y tantas y tantas que ya nos salen telarañas a los que escribimos y a los que votamos.

Y luego el odio, que siempre es muy grotesco. El odio es la peor de las bajas pasiones porque mana directamente de la ignorancia y pone de manifiesto que el sujeto odiador es majadero, pero no majadero por usar la palabra majadero_que me encanta: un majadero como el que monta un poyo en la cola del supermercado, como el que le pisa el fregao a la portera sin mirar atrás, como el que se pelea con el camarero que le sirve el desayuno a las 8 de la mañana, porque en realidad se pelea consigo mismo incluso mientras duerme.

Cuando rabiamos, amigues, cuando aparece la ira y sentimos la necesidad de proyectarla y denigrar... la mayor parte de las veces, si no todas, somos nosotres que estamos enfadados con nosotres mismos.

El discurso de Pablo Iglesias, además de colérico, es ingenuo, pero no con la hermosa ingenuidad de Julieta Capuleto, sino con la ingenuidad del buenista, del alma elemental que divide el mundo en dos grupos: uno, nosotros, poseedores de la verdad absoluta; y luego el otro, lleno de mentirosos, chupasangres e ímprobos vasallos de los poderes en la sombra...

A mí la izquierda me perdió por su agresividad, su fanatismo sin fisuras, sin una sola duda razonable, sin sentido común, pero sobre todo sin humor.

El humor (y la tolerancia) nos ofrece la talla de la inteligencia, la sofisticación intelectual y la cultura de una persona, grupo o sociedad y su ausencia es intolerable en un gestor. Se puede tener un gato tonto y hasta un amigo tonto, tontísimo... Pero un gobierno...

La columna de la pistolita sigue la vieja estela agotada por la izquierda inquisitorial del “buen odio” a Vox, que, como saben, en España es religión, como lo fue entre los sanguinarios nazis el “buen odio a los judíos”. Insultar a los miembros de ese partido (y lanzarles toda clase de objetos salvo flores) y a sus militantes es políticamente correcto, noción de prestigio, marcador evolutivo y hasta lugar común.

Pablo Iglesias es un cínico, un dramatizador (no ha habido un político en España, cuya vida sea tan diferente a sus principios) y algo peor, un escritor aburridísimo.