Pedro Sánchez
Presupuestos para el estómago y el corazón
Para Sánchez y Díaz, el desequilibrio presupuestario es apenas una anécdota. Pero no lo es, como dejó claro Adam Smith. Lo sufriremos.
Adam Smith, el padre del liberalismo, defendía que el único «presupuesto bueno es el presupuesto equilibrado». No son tiempos buenos para el liberalismo que, después de crear las sociedades más ricas, prósperas y justas de la historia, intenta evitar ser acorralado por populistas y demagogos de izquierda y de derecha. Sánchez, doctor en Economía, tuvo que leer a Adam Smith y no ha podido olvidarlo todo, aunque ahora no las comparta. Yolanda Díaz, nueva prologuista del Manifiesto Comunista, es más de Marx y, claro, no consta que haya dedicado mucho tiempo a Smith que, además de «La riqueza de las naciones», dejó otro libro, quizá más importante: «La teoría de los sentimientos morales». María Jesús Montero, ministra de Hacienda, aunque es médico de formación, pero seguro que le suena lo del «presupuesto equilibrado». Más claro lo tiene que tener Nadia Calviño, economista y Técnico Comercial del Estado que, aunque calle, sabe que los desequilibrios presupuestarios españoles pueden conducir a la catástrofe.
El proyecto de Presupuestos prevé un déficit –desequilibrio– del 5% del PIB, es decir, más de 50.000 millones de euros, que serán más cuando se contabilicen los costes de las concesiones que el inquilino de la Moncloa le ha hecho a su socia Yolanda Díaz y a los que habrá que añadir los que deriven de lo que rasquen «indepes» y nacionalistas. En pocas palabras, unos Presupuestos que aumentan el agujero negro de las cuentas públicas y que mantendrán la deuda por encima del 115% según las previsiones, pero que podría ser más alta. En términos relativos bajará con respecto a la de 2021, pero en valores absolutos seguirá por encima de los 1,4 billones, con «b» de barbaridad.
Pedro Sánchez quiere los Presupuestos que más le convengan y, por supuesto, no le interesa nada la doctrina liberal de Smith, pero tampoco la de Keynes, faro de tantos socialdemócratas, partidario de más gasto público en muchas ocasiones, pero no de los déficits infinitos. El líder del PSOE, prescindió de su asesor áulico Iván Redondo, pero todavía sigue algunos de sus consejos, entre ellos el de que los votantes, ahora, se mueven más por el estómago y el corazón que por la cartera. Por eso, los Presupuestos, a falta de más detalles, son bastante utópicos, pero prometen –otra cosa es cumplirlo– mucho de lo que quieren escuchar colectivos como pensionistas, funcionarios y jóvenes y esa es la opción de Sánchez. Y lo mismo ocurre con la futura nueva Ley de Vivienda. Nadie sabe cómo saldrá adelante y a quien afectará, pero el objetivo del Gobierno y sus socios es trasladar a su clientela el mensaje de que arreglan el problema y, sobre todo, que gastan más. Ahora, para Sánchez y Díaz, el desequilibrio presupuestario es apenas una anécdota. Pero no lo es, como dejó claro Adam Smith. Lo sufriremos.
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