Opinión
Un sol en el firmamento
Pedro Sánchez parece tener por enemigo declarado a Madrid desde que el pasado 4-M, fecha de su descalabro electoral en la CAM, pasó a ser la tercera fuerza política en la región y casi irrelevante por la crisis extrema de la FSM. Esas elecciones significaron un cambio de rasante, un punto de inflexión en su trayectoria política desde su llegada al Gobierno con 84 diputados. Por contraposición, esos comicios proyectaron a Isabel Díaz Ayuso al estrellato.
En el manual de resistencia de Sánchez, la autocrítica y el propósito de enmienda parecen no existir, y mucho menos conjugar el verbo dimitir; por lo que, no pudiendo derrotarla, ha decidido penalizar a Madrid, por tierra, mar y aire. El último episodio de esta guerra es sacar a subasta entre las CCAA la localización de entidades de la Administración General del Estado en sus respectivos territorios. Lo lamentable es que lo que podría constituir una buena decisión para descentralizar el Estado y, sobre todo, una acertada política de ayuda a la España «vaciada», lo ha convertido en un instrumento de agresión contra los ciudadanos madrileños por no haberle votado.
Es preciso remarcar que nuestro Estado autonómico está profundamente descentralizado, superando a estos efectos incluso a estados federales, tomando como referencia el dato objetivo de la distribución del gasto público entre los tres niveles territoriales de la Administración: local, autonómico y estatal. De hecho, en la UE solo la República Federal Alemana es comparable a nuestro nivel de descentralización, para que no haya dudas al respecto.
Si a esta realidad le añadimos la existencia de nacionalismos identitarios centrífugos en Cataluña y País Vasco, que no es previsible pujen por ser sedes de organismos estatales del Reino de España, esta iniciativa rechina como presunta política digna de ser calificada como «de Estado».
La inexistencia de variables y su correspondiente ponderación para valorar las distintas ofertas a dicha subasta pública la convierte en un mercadeo de compra y venta de favores políticos; eso sí, con la premisa básica de dañar a Madrid. En el imaginario del sanchismo, Sánchez actúa cual Luis XIV, –el «Rey Sol», al que se le atribuye, y con fundamento, la célebre expresión de «L’état, c’est moi», «el Estado soy yo»–. La capital no se le puede resistir, so pena de exponerse a las consecuencias.
En esas estamos, con Urkullu y ERC atreviéndose nada menos que a acusar de dumping fiscal a Madrid en el colmo del despropósito. Con esos adversarios, Ayuso no debe estar nada desacertada con su política. Pero no desean dos soles en el firmamento político actual. O en la Puerta del Sol o en La Moncloa.
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