Política

Un Gobierno en reunión permanente

Es verdad que resulta original o incluso excéntrico, pero no creo que resulte operativo

Estoy tranquilo porque el Gobierno se reúne. Eso del Gobierno reunido me recuerda las intrigas de la película «El Congreso se divierte». De momento dos veces a la semana, pero no hay que descartar que lo haga cada día. ¿Dónde van a estar mejor que en La Moncloa? Esto crea y fortalece vínculos en plan pandilla de instituto o facultad. Lo ideal sería reunirse de lunes a viernes por las mañanas y el fin de semana aprovechar para descansar en el propio complejo monclovita. No estaría mal designar un ministro para organizar el ocio y el esparcimiento como paso previo a que creemos el ministerio dedicado exclusivamente a la felicidad. El abanico de actividades puede ser muy amplio, y reconozcamos que es una zona ideal para hacer deporte. Hay centros comerciales cerca, pero siempre se puede mandar al conductor. Las noches pueden utilizarse para cine fórum, teatro aficionado, lecturas colectivas o incluso tocar la guitarra en plan kumbaya. Con dos consejos de ministros a la semana y el planazo de finde en La Moncloa, hasta pueden conseguir que Yolanda Díaz se lleve bien con Ione Belarra e Irene Montero. No hay que infravalorar el poder de persuasión de Sánchez.

Lo único malo es que no se cobran dietas por asistencia, algo que mejoraría las finanzas de los ministros. Es una idea que le ofrezco al presidente por si le resulta útil. No entiendo qué beneficios tiene ampliar el número de consejos de ministros semanales. Es verdad que resulta original o incluso excéntrico, pero no creo que resulte operativo. Ni siquiera es un golpe de efecto para que parezca que se trabaja mucho. Por más que se empeñe, la realidad es que los podemitas seguirán perdiendo el tiempo. Garzón con su ministerio sin competencias y Castells instalado en la incompetencia, porque no es más que un diletante al que la condición de catedrático no le ha otorgado un conocimiento profundo del sistema universitario. Era un magnífico vendedor de manuales, como sucedía con los viejos maestros, pero un ministro perfectamente prescindible. España tiene problemas graves que no se resolverán con un Gobierno permanentemente reunido. El atasco con los fondos europeos es muy inquietante, porque pone en riesgo a numerosas empresas que pueden acabar cerradas siendo perfectamente viables.