Política

Bipartidismo renqueante

La lectura a día de hoy es la inquietante fortaleza de los extremos aledaños en PSOE y PP

Parecía que el bipartidismo estaba de vuelta pero tal vez sea solo un espejismo por obra y gracia de PSOE y PP, las dos grandes formaciones que tradicionalmente se han beneficiado de la alternancia de poder y que hoy no parecen acabar de ver por dónde les va el aire en lo concerniente a sus dos grandes competidores del mismo espectro político, Podemos –o lo que acabe resultando en torno a la figura cada día más emergente de Yolanda Díaz– y Vox, que lejos de desinflarse ante un supuesto voto útil hacia los populares, no deja de consolidar su posición sondeo tras sondeo. El resultado electoral de los últimos comicios generales, con Sánchez espantando definitivamente el fantasma del «Sorpasso» y Casado beneficiándose del estrepitoso descalabro de Ciudadanos hizo pensar a más de un avezado analista en el regreso irremisible de un bipartidismo que, en términos reales, solo se ha hecho efectivo durante lo que llevamos de legislatura en el reparto de algunos órganos institucionales. El calcinamiento que no acaba de frenar la Moncloa y los permanentes tiros cainitas en el pie dentro del Partido Popular, con casi dos años por delante hasta nueva cita con las urnas en comicios generales, arrojan hoy un panorama en el que el bipartidismo se muestra manifiestamente más renqueante y eso, con el ábaco en la mano solo se acaba traduciendo en una inflación disparada a la hora de poner precio a eventuales apoyos para gobernar.

Encuestas como la de Nc Report para este periódico el pasado lunes vienen a confirmar que las variantes para llegar a la Moncloa o mantenerla están claramente acotadas. Todo lo que no sea una suma entre PP y Vox –hay pocos actores más– por encima de los 175 escaños es mayoría para la izquierda y el denominado bloque «Frankenstein», con la particularidad de que, en el caso de que le dieran los números a la formación de Casado contando con los escaños de la de Abascal, no es lo mismo –y esto es lo peligroso de la tendencia– ganar de forma holgada y conseguir la investidura con el apoyo o incluso abstención de Vox –casos de Madrid y previsiblemente de Andalucía– que obtener una victoria pírrica y tener que depender o incluso meter en el gobierno a la otra derecha. La lectura por lo tanto a día de hoy es la inquietante fortaleza de los extremos aledaños en PSOE y PP, algo que pone muy en cuestión ese bipartidismo en otro tiempo garantía de estabilidad. Por cierto, nos dejamos en el tintero proyectos como el de la «España vaciada», pero eso merece artículo aparte… por inquietante.