La opinión
Objetivo: Plaza Sant Jaume
La militancia ha recuperado el entusiasmo perdido, tiene un líder y un objetivo: la Plaza de Sant Jaume, con la Generalitat a un lado y el Ayuntamiento de Barcelona al otro.
Miquel Iceta regalaba una chapa para ponerse en la solapa, cuando nombró a Salvador Illa en el año 2016 en la secretaria de Organización, a todo aquel que le iba con sus cuitas con el eslogan «lo que diga Salvador». Ayer, el Congreso Extraordinario del PSC que encumbró a Illa por aclamación hizo bueno aquel eslogan. Se hizo lo que quería Salvador, porque Salvador ha vuelto a poner en el tablero político catalán al PSC.
Mucho ha llovido desde 2014 cuando Iceta se hizo cargo de un partido roto, desmoralizado, con escisiones y deserciones de sus militantes. Todo auguraba a un PSC amortizado y condenado a desaparecer por la trituradora del procés. Siete años más tarde, el partido ha encontrado un líder –gracias a Iceta que supo leer la realidad y dar un paso al lado–, la militancia ha recuperado el entusiasmo perdido, tiene un líder y un objetivo: la Plaza de Sant Jaume, con la Generalitat a un lado y el Ayuntamiento de Barcelona al otro.
El PSC no ha caído ante el procés y Salvador Illa se ha propuesto poner al deteriorado procés contra las cuerdas y ganar las próximas elecciones, y además gobernar. Mano de hierro y guante de seda, es su forma de hacer oposición y siempre respeto al adversario. Raimon Obiols, el histórico líder del PSC, puso letra a esta música «las victorias se ganan con unidad, trabajo y picando piedra». Todo un retrato de su sustituto que ha configurado una ejecutiva que combina la experiencia del pasado con la incorporación de jóvenes valores para arropar a los líderes que tienen en breve el testigo para ampliar la fuerza del socialismo catalán en los ayuntamientos como Jaume Collboni en Barcelona. Todos los partidos, excepto Vox, estaban presentes junto a patronales y sindicatos. No pudo decir lo mismo el PSOE en el congreso de Valencia.
El entusiasmo era tal que Pedro Sánchez quiso su minuto de gloria cuando sugirió la doble militancia entre PSOE y PSC. Un veterano socialista, muy del PSOE, le contestaba en los pasillos «¿Doble militancia? No gracias. El PSC es autónomo, no una federación del PSOE. El PSOE es nuestro referente en España, claro, pero el PSC es el referente del PSOE en Cataluña”» Sánchez eludió posicionarse sobre el tema de la lengua. El PSC no. Illa lo dijo en catalán y castellano para que los nacionalistas españoles y catalanes lo entendieran. Le abonó el terreno la hermana de Carme Chacón, Mireia, «dejen de politizar la lengua unos y otros. Para defender el catalán no hay que atacar al castellano. Somos una tierra de acogida. España es plural y Cataluña es plural». Y acabó con una sentencia «la revolución que necesita Cataluña se llama Salvador Illa».
El nuevo líder del PSC recogió el guante «hoy empieza el camino para gobernar la Generalitat». Lo tiene tan claro que al finalizar el acto sonó una canción del grupo de rock Fleetwood Mac, Don’t Stop, «No te detengas». ¡Qué casualidad! La misma que utilizó Bill Clinton en 1992. Illa no tiene intención de detenerse. El procés está desnortado y ha puesto en evidencia la debilidad del independentismo. No lo tendrá fácil pero ayer Illa puso los pilares. La fuerza del municipalismo socialista se hizo evidente en la nueva ejecutiva. Casi la mitad de sus miembros son alcaldes, o lo han sido, o están en disposición de serlo en 2023. Ganar las municipales será tanto como dar un paso de gigante de cara a las autonómicas. Illa quiere ser president, y el PSC está convencido que ahora es la hora, como dice la letra dels Segadors. Por cierto, cantada por toda la ejecutiva del PSC puño en alto, como también La Internacional. El ministro Iceta incluido. Illa prefirió la sobriedad.
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