Vox

Madelman resiste contra los gurús bien pagados

Cuando las reuniones para negociar la reforma laboral las convocas en un salón privado del Santo Mauro es muy posible que ya no se vean las cosas como son

Leía este domingo a Emmanuel Carrère, «el viaje lo empiezas viendo una montaña, según avanzas, la montaña se convierte en algo fantasmagórico, y cuando acaba el viaje, es la montaña de verdad». La montaña de verdad la están viendo en la calle y ahí está la explicación de por qué Vox sigue resistiendo electoralmente con una fortaleza con la que no contaban hasta ahora los asesores tan bien pagados de los dos partidos nacionales. Los políticos que no pisan moqueta ni se sientan en el Congreso sí lo están viendo sin necesidad de más instrumento demoscópico que aplicar el sentido común a lo que cada día observan a su alrededor.

Y por eso empiezan a ver posible que Abascal resista mucho más de lo que algunos les decían, incluso gracias a un voto protesta que venga de Cs. La gente está harta. Saben, aunque lo niegue Pedro y lo pueda exagerar Pablo, que cada día son más pobres y que los que toman decisiones, lo hacen pensando sólo en su supervivencia política hasta el mes siguiente. Da igual que Abascal no tenga la solución para sus problemas, porque tampoco la tienen los que les gobiernan y éstos, encima, no hablan como ellos. En barrios obreros, por más que moleste a la nueva izquierda con aspiraciones a redimir al pueblo desde el Consejo de Ministros, cada vez hay más voto que se identifica mejor en el tono recio de Abascal que en el corte simétrico del presidente y en la rejuvenecida cosmética de la ministra y vicepresidenta. Madelman resiste porque no disimula, y el pueblo, al que todos invocan, está harto de que, además de que le intenten engañar, intenten también disimularlo. El empobrecimiento económico y político en el que España navega no le dará voto a Sánchez, pero que se ande con cuidado Casado porque, antes que consolidarle a él, la crisis y la ruina pueden consolidar a su gran enemigo en la derecha. Quizás solo a Ayuso le puede salir bien la jugada de irse hacia Vox para neutralizar a Vox y estar en condiciones de virar de nuevo para crecer electoralmente por el centro. Desde la moqueta siempre se acaba perdiendo la facultad de ver las cosas como son y se olvida que hay que intentar tener siempre muchas zonas de retirada posible. Cuando las reuniones para negociar la reforma laboral las convocas en un salón privado del Santo Mauro es muy posible que ya no se vean las cosas como son.