Opinión

Lecciones de la Historia

La tensión existente en torno a Ucrania por la acumulación de efectivos militares de Rusia en la zona fronteriza oriental que comparten, hace conveniente no olvidar las lecciones de la Historia. En primer lugar, es preciso remontarse a treinta años atrás, hasta el 8 de diciembre de 1991, cuando Boris Yeltsin, entonces presidente de la Federación rusa, acompañado de los colegas de Bielorrusia y Ucrania, comparecían en rueda de prensa para anunciar que las tres repúblicas soviéticas citadas se acogían al derecho de autodeterminación reconocido en la Constitución de la URSS y se declaraban independientes.

Ello causó la implosión de la Unión Soviética y, tan sorpresiva fue la noticia, que nadie quería informar al presidente Gorbachov, que se enteró casi por la prensa, como le sucedió al presidente Bush (padre) cuando le fue comunicado por el presidente bielorruso, acogiéndola con patente preocupación. Lo cierto es que aquel año 1991 se había desencadenado la Guerra en los Balcanes entre las repúblicas integrantes de la entonces Yugoslavia, y Yeltsin y sus dos colegas compartían un razonable temor a que la decadencia soviética precipitada por la caída del Muro de Berlín y la posterior reunificación alemana, generara una situación similar, con una guerra allí también. La separación de Ucrania parecía tan increíble tiempo atrás que hasta el propio Arzallus, líder del PNV, había comentado que era tan inimaginable «como una separación de Castilla respecto de España».

Otra referencia obligada es el posterior ascenso de Putin al poder en Rusia, que marcó el inicio de un nuevo tiempo tras una década de desconcierto y depresión por la desaparición de la URSS. Con él al frente, Rusia quiso recuperar parte de su pasado imperial, comenzando por desear un perímetro de seguridad en torno suyo, lo que provocó la guerra con Georgia de 2008 y la anexión de Osetia del Sur y Abjasia. Tras los sucesos de Maydan en 2014, que derrocaron al presidente ucraniano prorruso, Putin reaccionó con la anexión de la península de Crimea.

Para Rusia, la perdida de Ucrania fue muy difícil de asimilar, por lo que exigió que la OTAN no intentara su incorporación, cosa que no está resuelta, y que conllevó la anexión de la zona limítrofe oriental de Dombás con población rusófona. En esta situación nos encontramos hoy, y sería deseable que Biden no repitiera el error de Kennedy en Berlín en 1961, que asumió pasivamente la construcción del Muro, provocando que un envalentonado Kruschev provocara la «crisis de los misiles» con Cuba un año después, poniendo al mundo al borde de una guerra nuclear. La Historia se repite y es maestra.