Política

Y entonces, Yolanda Díaz inventó el sindicalismo

Su verdadera aportación es que devuelve poder, bastante poder –y dinero, claro– a los sindicatos

Nadia Calviño ha ganado por ahora la batalla de la reforma o contrarreforma laboral a Yolanda Díaz. Si el Consejo de Ministros de hoy, el mismo día que el Congreso debe aprobar los Presupuestos, convierte –como está previsto–en Real Decreto Ley el texto pasteleado por el Gobierno con sindicatos y patronal, la «vice» primera se habrá apuntado un tanto. Ahora podrá celebrar el fin de año, la reforma laboral lampedussiana y su elección como presidenta del Comité Monetario y Financiero Internacional del FMI, algo que da mucho lustre. Antes que ella, otro español ya estuvo al frente de uno de esos Comités. Carlos Solchaga, en su época de ministro de Felipe González, ocupó la presidencia del Comité Interino del FMI entre 1991 y 1993, un foro que, según el interesado, tenía algo de «ente de razón».

El éxito de Calviño, hasta ahora, en la reforma, es inapelable, aunque a Sánchez quizá le conviene que la «vice» Díaz aparezca como la artífice y que defienda, sin vergüenza y con un entusiasmo más que impostado, que es un gran paso en la defensa de los trabajadores y la recuperación de derechos. Sánchez pretende agotar la legislatura y necesita a Unidas Podemos. También debía cumplir con la Unión Europea y alumbrar una reforma laboral, consensuada y que aceptara Bruselas. Por eso no tiene más remedio que permitir que Díaz –sin pasarse mucho– se apunte el éxito de Calviño, si no quiere correr el riesgo de que los podemitas rompan la baraja y que además se revuelvan contra él en la calle.

La reforma laboral de Rajoy y Báñez, por otra parte, no ha sido derogada, ni mucho menos. El presidente de la CEOE, Garamendi, como se quejan bastantes en la patronal, ha cedido demasiado, entre otras cosas porque tampoco le han apretado mucho. La derogación total no podía ser «y además era imposible», como hubiera afirmado el torero «Guerrita», aunque hay quien sostiene que eso lo dijo antes Tayllerand. La reforma que se arroga Yolanda Díaz no solucionará nada y pone palos en las ruedas de las empresas. También es improbable que cree empleo, pero dará paz sindical a Sánchez, que también dará algo más a los nacionalistas para contentarlos. Su verdadera aportación es que devuelve poder, bastante poder –y dinero, claro– a los sindicatos, que ahora controlarán otra vez parte el cotarro de la negociación colectiva, más allá de que eso sea bueno o malo para parados y trabajadores. En resumen, Yolanda Díaz, con permiso del presidente y de Calviño, acaba de reinventar el sindicalismo.