Mónica Oltra

Oltra que tal

Un crío de doce años podrá someterse a un proceso de cambio de sexo sin que se permita levantar la mano pero si ese niño o niña acaba prostituyéndose no merece atención

Mónica Oltra, titular de Igualdad además de vicepresidenta primera del Gobierno valenciano, baila al mismo son que el resto de la progresía neofeminista a la que pertenece. Una yenka que acaba en un, dos, tres doloroso, una puñalada a la inocencia. De ser un cuento hablaríamos de ogros que actúan como falsos guardianes, como la bruja de Hansel y Gretel. Un supuesto caso de violencia de género deja de ser supuesto si así lo dice una mujer, véase lo de Juana Rivas, y véase lo que dijo Irene Montero ante la sentencia del juez, pero si les toca a ellas (las neomujeres) lidiar con los abusos ya dejan de ser hechos probados para convertirse en «sospechas», que por menos de eso desgastan la tinta de tu nombre y te quitan la lápida del cementerio.

Los menores tutelados que supuestamente sufrieron abusos sexuales en los centros que dependían de su consellería son 175. No es que esté probado que todos ellos fueron víctimas, como agita el Partido Popular, pero puede ser que algunos sí, o muchos, o todos. Hay «sospechas», lo que parecería suficiente, sobre todo para un grupo acostumbrado a acusar con hipótesis y a husmear en bragas y calzoncillos ajenos. Vamos a olvidar un momento de lo que sí hizo el ex marido de Oltra, pero no el recelo sobre otra investigación, la de las menores de Baleares, que digo que aclarar las cosas y posibles delitos o responsabilidades es lo correcto. ¿O no era así? Un crío de doce años podrá someterse a un proceso de cambio de sexo sin que se permita levantar la mano pero si ese niño o niña acaba prostituyéndose no merece atención. El «Diario de Mallorca» informó de que esos casos se siguen produciendo todavía. Y entonces Mónica, Oltra que tal baila, sigue la senda oscura de los tocamientos y las violaciones calladas. Lo que importa no son los menores, salvo que hayan sido mancillados por un clero canalla, sino la política, y para algunas cuestiones, es mejor el velo de la danza.