Pablo Casado

Las traiciones en el PP

Como si fuera una tragedia de Shakespeare, el rey ha sido traicionado por los que creía sus leales. La realidad es que no lo eran.

Una vez más, los clásicos resultan muy útiles para analizar la caída de Pablo Casado. Como si fuera una tragedia de Shakespeare, el rey ha sido traicionado por los que creía sus leales. La realidad es que no lo eran. Con una enorme crueldad se han ido sucediendo las desafecciones, algunas no me han sorprendido, porque hay auténticos profesionales de la traición. El proceso ha llegado a ser grotesco porque renunciaban personas realmente insignificantes que se lo debían todo a Casado y que jamás hubieran estado en la dirección de un grupo parlamentario o un partido si no fuera por su generosidad. A García Egea lo ha sacrificado sin que le tiemble la mano y ha servido la cabeza del Bautista para complacer a los promotores de la revuelta.

Egea se ha convertido en la víctima perfecta, supongo que va incluido en el papel de secretario general, y los mismos que le hacían la pelota se han encargado de pedir su ejecución sumaria. Por supuesto, renunciar a un amigo leal no ha impedido que la revolución avanzara hasta acabar con el propio Casado en unas pocas horas.

La Historia siempre resulta útil y el pronunciamiento que se puso en marcha aprovechando la pugna entre Casado y Ayuso ha concluido con un cambio de régimen en el partido. ¿Por qué se inició el golpe de Estado? No creo que exista una mano negra o un cerebro. La razón es que los que creía que eran sus amigos y colaboradores en realidad no lo eran. Y los que sí lo eran han preferido traicionarle sin ningún pudor.

Me ha recordado la película «Ran» de Kurosawa donde el daimo separa al hijo que le quiere y le dice la verdad, en este caso García Egea al que ha ejecutado, y se pone en manos de aquellos que solo estaban a su lado por interés. La consecuencia de todo ello es la victoria de Feijóo que ha conseguido, sin ningún esfuerzo, heredar el Partido Popular. Al final se convocará un congreso extraordinario para aclamar al líder, que no tendrá que perder el tiempo enfrentándose a un rival. Hace años que le conozco, le tengo afecto y será capaz de poner orden. No hay duda de que será un excelente presidente y candidato.