Guerra en Ucrania

Los pacifistas no molan pero ellos creen que sí

Si la OTAN hubiera puesto un pie en cualquier país, las calles se abarrotarían de protestas

El pasado viernes, en la brújula de Lucas, un español, Carlos, relataba, y se escuchaba, desde su casa de Ucrania, cómo se acercaban los temblores de las bombas. Escalofriante. Allí se nos denomina, según dijo, «la desunión europea». En otras grabaciones, hombres y mujeres pedían ayuda a Occidente. La que nunca llegará por dejar que el monstruo creciera hasta que un día se vio las pelotas tan gordas como para derribar el mundo entero. La culpa de que Putin tenga pelotas es de esta parte del mundo donde hasta ahora nunca se ponía el sol. Vale, dejemos el análisis geoestratégico para los que saben, pero por ahora de esta conclusión no me bajo. Lo que más dolerá a los rusos es que los dejen fuera del festival de Eurovisión.

Con todo, lo peor no es esto sino el rastro comunista de los de aquí que pretenden estar en misa y repicando. «No a la guerra y No a la OTAN», claman los sindicatos de clase, de clase de párvulos. Pero almas de cántaro, con quién vais ¿con Putin o con Ucrania? Una maldición ancestral les impide ponerse de parte de la OTAN y, mientras tanto, el proletario ucraniano va cayendo en manos del imperialismo.

Con todo, lo peor no es que un racimo de marxistas del siglo XIX no sepan a qué carta quedarse sino que un buen puñado de «pacifistas» confunda sus manifestaciones con la fiesta «flower power» del Pachá de Ibiza. No es cretino el que quiere sino el que puede. Se lo curran bien. Salidos de una película de Bertolucci sobre el mayo del 68. El faro que les alumbra se apagó hace más de 50 años. Están mirando al cielo contando estrellas que ya no pertenecen al universo, igual devoradas por un agujero negro.

Con todo, lo peor no es soportar a una panda antimilitarista haciendo el ganso en posición de firmes sino que un presidente del Gobierno, pongamos que de España, nos cuente como si fuéramos infantes que la guerra es el peor de los caminos y que Putin es un poquito malo pero que la democracia le vencerá. Ah, la democracia. Igual aún estamos vivos cuando asistamos a su derrocamiento. Pero las mentes ilustres que nos gobiernan tienen todas un cociente intelectual deprimido ya que no toman decisión que nos aleje de ese terrible escenario.

Con todo, lo peor es que si la OTAN hubiera puesto un pie en cualquier país, las calles se abarrotarían de protestas y aprendería la plebe no solo el mapa político de Europa, también el mítico, ese que Putin tiene en la cabeza, cuyas fronteras no casan con los actuales. Quería decir algo: pacifistas del mundo ya no moláis.