Elecciones Castilla y León

Cambio político en CyL y en España

Al final en Castilla y León se ha impuesto el sentido común que, por desgracia, no es siempre el más común de los sentidos. Pero rectificar es de sabios y necedad perseverar en el error, que en este caso significaba someterse a los intereses y conveniencias del sanchismo para establecer los necesarios pactos en la formación de gobiernos.

Era una estupidez rayana en la carencia de autoestima política someterse al criterio de quien había afirmado «setenta veces siete» que no pactaría nada con los batasunos de Bildu, y con cuyos votos gobierna ahora en Navarra y España, además de hacerlo con separatistas y comunistas. Una opción inasumible era también la aceptación por parte de Vox de un trato discriminatorio hacia sus votantes, cual si fueran de peor calidad que los de Cs. Al margen de que no pocos de esos votantes son los mismos que en las elecciones anteriores votaron a Cs y ahora han migrado de papeleta, Vox tiene ante sí el importante reto de pasar «de las musas al teatro» y tener que gestionar la realidad y no la utopía deseada.

Es un acto de normalización de la política en España que la tercera fuerza política nacional esté libre de cordones y prejuicios propios de otros regímenes, y que se la juzgue por sus hechos y rindan cuenta de ellos ante quienes están legitimados: los ciudadanos y los medios de comunicación en ejercicio de la libertad de opinión y expresión propia de nuestro Estado democrático social y de Derecho.

El pacto de gobierno firmado es el que debe estar sometido a escrutinio, incluido su letra pequeña, donde suelen esconderse no pocas cláusulas significativas. Vox deberá hacer compatible su posición crítica ante las autonomías con cogobernar una comunidad autónoma tan relevante como la castellanoleonesa. Y lo mismo respecto a su posición con la UE, que le va a significar un aterrizaje en la realidad que deseamos sea adecuado, por el bien común.

Feijóo abre una nueva etapa en la vida del PP con esta primicia política en España que viene impuesta por la fuerza de los votos en unas elecciones promovidas anticipadamente por la anterior dirección, y que se han vuelto como un boomerang contra ellos, como es sabido. El voto de centroderecha en España ha tenido en el PP su casa común durante 30 años desde la refundación en 1989, con el humanismo cristiano de eje vertebrador de su identidad política liberal conservadora. Ahora esa unidad debe plasmarse en programas y acciones de gobierno, con la ideología neomarxista de género y la defensa de la vida como piedra de toque.