Rusia

Gumilev

Putin cree religiosamente en las teorías del impulso pasional, sosteniendo que Rusia no ha alcanzado aún el pleno potencial porque se lo han impedido sus muchos enemigos

Lev Gumiliov, o Gumilev (1912-1992), hijo de los grandes poetas rusos del siglo XX Anna Ajmátova y Nikolai Gumiliov, pasó 16 años internado en los gulags del padrecito Stalin. Trabajó en las minas de níquel y su cuerpo se quebró bajo el viento de la estepa de Kazajstán, pero su corazón siempre permaneció erguido, indomable. Mientras estaba preso, condenado a trabajos forzados, escribía en trozos de sacos de abastecimiento que sus compañeros del campo de Karagandá guardaban para que él pudiese completar sus manuscritos dedicados a los pueblos esteparios (los hunos, los antiguos turcos…). La pasión (incluso en un sentido cristiano) no le era ajena: su padre murió asesinado, y su madre fue encarcelada por los bolcheviques. Está considerado el padre de la etnología rusa. Creía que el ambiente es decisivo formando el carácter de los pueblos, y que las «normas de comportamiento» derivan de la adaptación al terruño. Señaló a un «condicionante energético» que denominó «passionarnost»: un impulso pasional como «motor principal de las etnias», asegurando que las comunidades con más pasión absorben a las que tienen menos. Creía que los pueblos desarrollan una historia de hasta 1500 años, cuando agonizan y desaparecen, como un milenario organismo vivo. Su influencia cultural en la Rusia actual es extraordinaria desde 1996 cuando otro ex KGB, Yevgueni Primakov (¡nacido en Ucrania, criado en Georgia!), que primero fue opositor y luego aliado de Putin, fue nombrado ministro. Parece que Putin cree religiosamente en las teorías del impulso pasional, sosteniendo que Rusia no ha alcanzado aún el pleno potencial porque se lo han impedido sus muchos enemigos; esto último, cosecha conspiranoica propia de Putin, que está convencido de que Rusia entrará en un periodo de esplendor a bombazo limpio, un proceso que él se ha propuesto capitanear sanguinariamente. Sería digna de analizar por la psiquiatría moderna la importancia que Putin otorga al «impulso pasional», su posible significado, lo que se revela políticamente a través del factor humano en esta guerra en que Ucrania, por cierto, está demostrando que tiene más «passionarnost» de la que Putin suponía.