Guerra en Ucrania

Saber dónde estamos

Sólo la entrega de armas y el apoyo de inteligencia internacional a la resistencia ucraniana permiten que haya esperanza en un futuro diálogo de paz

Aplauden a Zelensky con entusiasmo de conversos los parlamentarios de Podemos que decían que armar a su gente era contribuir a la escalada de la guerra. Y es buena cosa que suavicen su imberbe ignorancia aunque solo sea por la evidencia de que sólo la entrega de armas y el apoyo de inteligencia internacional a la resistencia ucraniana permiten que haya esperanza en un futuro diálogo de paz. Porque de no haber resistido los ucranianos, de no haber apoyado desde dentro con las armas y desde fuera los servicios de espionaje e inteligencia al gobierno legítimo, lo más probable es que ahora estuviéramos echando cuentas del desastre para Ucrania, lamentando el ascenso de un gobierno títere pro ruso y, me temo que eso también, recuperando lazos con un Putin cuya victoria le habría reforzado dentro y fuera de su país.

Pero son los rincones de la política. A veces oscuros, a veces ridículos, a veces irritantes, y algunas también sorprendentes por gratos. Lo es la gira internacional de Zelensky por los parlamentos del mundo occidental, como lo es la razón de esas presencias: la inesperada capacidad de liderazgo fundamentado en el valor y el compromiso de un tipo que entró en la política de coña y está escribiendo páginas imborrables de la historia de Europa. Quizá sea su caso la demostración palpable de que en momentos de crisis la ideología que profesa la política no es tan relevante, ni siquiera necesaria como el valor, la generosidad y el criterio de quienes ponen en el horizonte el interés de su pueblo. No digo que sea el camino desideologizar la política, porque perdería su sentido, pero si quizá abrirse algo más al pragmatismo y dejarse las grandes ideas de cambio como referencia y no como dogma. Incluso la izquierda puede hacer eso, ahí está el ejemplo de la vicepresidenta Díaz, comunista convencida y de solera, que, no obstante, alude y acude a la razón práctica para desplegar su gestión de lo público. Por ahí va la reflexión.

Estamos viendo estos días ejemplos palmarios de lo contrario: gente tan profundamente ideologizada, tan entretenida aún en la ensoñación de una Europa comunista, que hasta creen que la actual Rusia lo es y aplauden con entusiasmo militante la manipulación de Moscú sobre las pruebas irrefutables de las matanzas rusas en Ucrania. Duele ver que en las redes sociales hay gente con capacidad de informarse que se alinea con las manipulaciones rusas, o quienes desde la cercanía al partido que ayer aplaudía a Zelensky semanas después de proponer dejarle solo, siguen en el machito de la maldad intrínseca de la OTAN y lo de Rusia como respuesta al imperialismo yanky.

Pruebas nos deja la Historia de que nadie es inocente en el puente de mando de un imperio, como se reivindica Rusia y ejerce Estados Unidos. Pero en el momento presente, cuando la única salida posible en el horizonte es un acuerdo aún lejano entre Rusia y Ucrania que garantice una futura convivencia en Paz, la responsabilidad de Occidente y de Europa en particular es propiciar que en las futuras negociaciones las fuerzas lleguen a la mesa lo más equilibradas posibles. Y eso no sucederá si no se está con Ucrania con el apoyo de las armas y las sanciones al invasor. Al menos de momento.