Opinión
El PSOE no es el PSF
La primera conclusión que se saca de las elecciones en Francia es que la sociedad está polarizada. Los resultados de Le Pen y Mélenchon son incuestionables, los extremos han obtenido más del 45% de los sufragios.
La confrontación no era solo entre la derecha y la izquierda, sino entre defender el sistema o acabar con él. Esa es la razón por la que Macron no podrá sumar todos los votos, a pesar de que la mayoría de candidatos han pedido a sus electores que presten un voto útil para impedir que Le Pen llegue al Elíseo., ahora la cuestión es estar con él o contra él.
La segunda conclusión que han dejado los comicios franceses es la prácticamente desaparición del Partido Socialista. Han transcurrido solo 10 años desde que Hollande abandonó la presidencia de la República, pero ha sido tiempo suficiente para dilapidar todo el caudal de voto.
Tampoco le ha ido nada bien a Valérie Pécresse, del centro derecha, que no ha llegado ni al 5%. Un certificado de defunción en toda regla de los partidos clásicos que han gobernado Francia durante décadas.
En tercer lugar, ha quedado claro que los partidos políticos de extrema derecha tienen consolidado un importante porcentaje de voto. Entre Agrupación Nacional de Le Pen y Reconquista, del ultra derechista Zemmour, suman más del 30% de los votos, un porcentaje preocupante en un país con la tradición liberal y democrática de Francia.
En la segunda vuelta, lo previsible y deseable es que Macron venza con holgura y cortocircuite el ascenso ultra. Pero en unas presidenciables en la que los movimientos electorales han sustituido a los partidos tradicionales, la disciplina del votante suele quebrar en la segunda vuelta. Macron deberá estar atento a la evolución del voto a Le Pen.
España tiene una realidad sociológica diferente a Francia, por tanto, hacer extrapolaciones no es serio. Sin embargo, Vox, que toma como referencia a Marine Le Pen, se muestra más fuerte cada vez que hay comicios, mientras socialistas y populares han dejado lejos los tiempos en que, entre ambos, sumaban el 80%.
Las nuevas formaciones les dan importantes mordiscos de voto, el último ejemplo ha tenido como protagonistas a los partidos de la España vaciada.
El PSOE no corre el peligro inminente de desaparecer como el PSF, pero si sigue practicando la confrontación de bloques, estará creando un caldo de cultivo para los populismos extremistas.
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