Opinión

Jaque al Rey

Los argumentos y las opiniones son libres en una democracia, sin más limitaciones que las que establecen las leyes. Como es sabido, no hay censura previa para expresarlas por cualquier medio, sea este escrito, oral, audiovisual o en la red. También es algo conocido que D. Juan Carlos, Rey emérito de España, no tiene ningún procedimiento penal abierto, y ello tras exhaustivas investigaciones efectuadas por las fiscalías de España y de otros países.

En estas circunstancias, goza –como cualquier otro ciudadano español– de libertad de movimientos y de entrada, salida y residencia en cualquier lugar del territorio nacional. Queda a su prudente decisión valorar la forma y la oportunidad de ejercer esos derechos, para no perjudicar otros bienes superiores que pueden quedar afectados según cual sea su decisión.

Todo ello es público y notorio, pues quedó fijado en la carta que D. Juan Carlos envió semanas atrás a su hijo, el Rey Felipe, misiva que hizo pública la Casa de SM. No parece que nadie pueda razonablemente alegar que esos términos hayan sido vulnerados con su breve estancia de estos días en Sanxenxo (Galicia), culminados ayer en Madrid para visitar a su familia en su residencia oficial, que sabido es el Palacio de la Zarzuela. Otra cosa es la lamentable actuación de una parte no menor del Gobierno, con unas formas impropias de quienes están investidos de una autoridad que como mínimo exige de ellos un respeto en las formas y en el fondo.

En las formas, usando unas expresiones que causan vergüenza ajena y que no osan dedicar (sino todo lo contrario) a auténticos prófugos de la justicia como Puigdemont y demás golpistas condenados e indultados sin arrepentimiento, ni a terroristas tampoco arrepentidos de sus crímenes, por la simple razón de ser el salvavidas sanchista.

En cuanto al fondo, por cuanto se les llena la boca exigiendo «explicaciones» cual si fueran los fiscales de una causa general contra D. Juan Carlos, y ello sin perjuicio de tomar nota de sus exigencias cuando tienen motivos sobrados para exigírselas a ellos mismos conocidas no pocas de sus actuaciones en una democracia parlamentaria.

Pero no nos llamamos a engaño: el Gobierno está utilizando la visita de D. Juan Carlos para atacar a la monarquía parlamentaria ejemplarmente representada por Felipe VI y por el mismo D. Juan Carlos durante gran parte de sus 40 años de ejercicio de la Jefatura del Estado. Los separatistas no le perdonan al Rey su ejemplar actuación el 3 de octubre de 2017, y ahora se vengan en la figura de su padre. De paso no se habla de Pegasus y otras minucias.