Crisis económica

Marcas Blancas

En estas fechas de abundantes incendios forestales y agrónomos, resulta que también están que arden los hogares españoles porque los ingresos no dan para alcanzar fin de mes ni apelando a la Virgen de Lourdes

Vivimos en un país de marcas blancas. El español sobrevive en una economía encogida por las guerras de Putin y las facturas de las eléctricas, que han salido muy voltaicas y amenazan con dejar a más de uno a dos velas. Las familias han vuelto a recurrir a la oferta y la ganga, que siempre han sido los pedales domésticos de las posguerras y los almanaques marcados por las carestías. En estas fechas de abundantes incendios forestales y agrónomos, resulta que también están que arden los hogares españoles porque los ingresos no dan para alcanzar fin de mes ni apelando a la Virgen de Lourdes. Lo que ocurre es que esta es una emergencia para la que no hay preparada ninguna UME. La gente ha tenido que recurrir a los remedios de la abuela y ha vuelto a los mercadillos de lo menudo, al bazar de barrio y los alimentos de caducidades prontas, un síntoma de nuestros empobrecimientos actuales. La economía ha vuelto a poner de moda los lineales de las marcas blancas, que ahora están de un horror vacui que echan para atrás. La compra ha devenido para demasiados en un vía crucis que no se había visto ni en Semana Santa. A lo mejor y todo es un paganismo que nos han colado los de las bolsas y otros jefes de Wall Street. En España regresamos a una mentalidad ahorradora mientras los Sánchez Galán se reparten los dividendos y se parten la caja de los pensionistas, que ahora tienen que volver a calcular con los dedos a qué hora les viene mejor poner la colada. Aquí vamos a terminar con una mentalidad calvinista, que justamente es una mentalidad de marcas blancas y de acopios algo frailunos. Pero no por falta de mediterraneidades, sino porque esto va a ponerse muy chungo. Y que nadie se llame a engaño. En esto va a dar igual que gobiernen los rojos o los azules.