Opinión

¿Anfitriones de una «Alianza para la muerte»?

Tras el paso de Sánchez por la Moncloa va a ser preciso replantear diversas cuestiones que, al menos hasta ahora, parecían realidades tan evidentes que no requerían de particular aclaración ni explicación. Pero su acceso a la presidencia del gobierno mediante una moción de censura con la escuálida cifra para ese objetivo de disponer de un grupo parlamentario de tan sólo 84 diputados, gracias a los conocidos apoyos, hace aflorar contradicciones y novedades políticas tan evidentes, que marcan «un antes y un después de su presidencia» en nuestro sistema político nacido de la Constitución del 78.La primera y fundamental ( por hoy) es que era un valor dado por supuesto que en España hay un solo gobierno de la Nación, y cuya misión básicamente consiste en defender el interés general de España y el bien común de los españoles. Sentada esta premisa los distintos gobiernos han perseguido conseguirlo con su programa electoral siguiendo su propia línea política, dada la garantía del respeto al pluralismo político que es precisamente un principio constitucional. Ello ha sido así con gobiernos en minoría y en mayoría, de centro derecha o socialistas, con Suárez y Calvo Sotelo de UCD, con Felipe González y Zapatero del PSOE, y con Aznar y Rajoy del PP. Pero desde Sánchez contemplamos un día sí y otro también que tenemos no uno, sino dos gobiernos yuxtapuestos en una aparente y meramente nominal unidad. No es el gobierno de Sánchez un órgano colegiado del Estado, y el más cualificado sin duda, sino un colegio de opiniones diversas, cuyas públicas discrepancias no generan el menor atisbo de dejar el gobierno por sus actuales miembros. Cuando menos es forzoso reconocer que Pablo Iglesias tuvo la coherencia política y ética de dimitir de la vicepresidencia del gobierno tras su fracaso electoral en Madrid, pero su ejemplo no parece crear escuela en sus antiguas filas ni en las de sus socios. Su sucesora en la vicepresidencia y proclamada por el como la candidata en las próximas elecciones generales ha conseguido que no sepamos dónde se ubica política e ideológicamente por sus palabras y obras, pese a su hagiográfico prólogo de la edición del manifiesto comunista de 1848 con ocasión del centenario de la fundación del PCE. Lo cual no debería sorprender en exceso, si consideramos que el secretario general de dicho partido –que es el de Yolanda Díaz– es todo un secretario de Estado del gobierno de España que ejerce de anfitrión de la OTAN, a la que dirigentes comunistas españoles califican de «Alianza para la muerte» o de «Organización terrorista legal». Son los socios del sanchismo.