OTAN
Sánchez en el espejo de Quevedo
Terminada la Cumbre de la OTAN, viene el aterrizaje forzoso en la realidad, que no está precisamente para tirar cohetes, en particular tras el dato suministrado por el INE de una inflación superior al 10%, no recordada desde hace 37 años. Debería Sánchez leer a Quevedo y seguir su consejo de que en estas situaciones «modificar la cara importa, que el espejo no hay porqué». Pero el presidente ha optado por romper el espejo porque no refleja la maravillosa situación económica que gracias a él atraviesa España a pesar de Putin ahora, como antes pese a la pandemia.
Su respuesta por medio de Calviño, de quien depende el INE, ha provocado que su presidente haya dimitido «por razones personales», eufemismo que no parece alejado de la insólita y dura nota de queja hecha pública por la Asociación de Estadísticos Superiores del Estado (AESE), cuerpo de élite de la hasta ahora prestigiosa institución que se encarga de aportar, entre otros muchos, los datos del PIB y de la inflación, cifras oficiales de obligada referencia para que la economía internacional conozca la situación de España, y tan cuestionadas últimamente de manera sistemática por el Gobierno. Lo grave de lo sucedido con el INE es la pérdida de credibilidad que a partir de ahora podrían sufrir estos datos oficiales, con graves consecuencias para la inversión extranjera y nacional, las empresas, etc…
Sánchez va a tener que romper muchos espejos para sobrevivir a la debacle andaluza, pero alguno no le será fácil, como el del CGPJ, el del TC, el Banco de España o la AIREF (autoridad fiscal independiente), que no parecen reflejar su imagen como él desearía pese a apelarles «espejito, espejito, dime cómo estoy». Tampoco será sencillo fracturar el espejo de sus socios de Gobierno y aliados parlamentarios, que no parecen dispuestos a apoyar sus decisiones respecto a EEUU y la OTAN en materia de gasto de defensa ni sobre la base de Rota.
Para Sánchez la oposición es «un estorbo» –como la ha calificado en sede parlamentaria– y la acusa de estar sometida a «oscuros y poderosos intereses» por no plegarse a sus deseos. Pero en breve pasará a ser una oposición con «sentido de Estado», cuando le salve de caer al no poder convalidar en el Congreso los compromisos asumidos en la Cumbre otánica, pese a no haber siquiera contestado a la propuesta de pacto enviada por el PP sobre seguridad y defensa hace más de un mes. Es muy difícil conciliar el tener sentido de Estado al precio de mantener a Sánchez en La Moncloa.
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