Chile

Plurinacional

Las protestas fueron alborotos «instigados» por opositores políticos a un débil presidente Piñera, de derechas, acobardado, que no supo controlar la revuelta

Admitir lo «plurinacional» implica cambios decisivos, políticos, existenciales… Muchas naciones complican la presencia de «un único Estado» (diría Napoleón). La potencia numérica, en el caso de la nación, tiene como paradoja matemática un efecto inevitable: una nación íntegra es más fuerte que dividida en dieciséis pedazos. El cuerpo sería superior a cada una de sus partes. Chile –con la nueva constitución, finalmente rechazada–, habría tenido «dieciséis naciones». Luego, su misma existencia quedaría en entredicho; ya no habría chilenos, sino varias nacionalidades (indígenas, en un país que, felizmente, es mestizo, como tantos otros). El indigenismo sirve de parapeto. Sus promotores piensan que nadie se atreverá a contradecir a «lo indígena» debido al mito paternalista del «buen» salvaje, pero también al mito racista del «pobre» salvaje. Con la excusa del «indígena», creen que pueden colarnos cualquier cosa. «El pueblo» chileno ha desmentido tal presunción. ¿Por qué el pasado periodo de violencia que sufrió Chile no se reflejó en este referéndum, si tantos descontentos había…? Porque las protestas fueron alborotos «instigados» por opositores políticos a un débil presidente Piñera, de derechas, acobardado, que no supo controlar la revuelta. Aquellas violencias fueron responsabilidad de unos pocos, como ha demostrado el voto en referéndum de 13 millones de personas. El proyecto de constitución aunaba indigenismo, un supuesto feminismo de última ola, y un hipotético ecologismo adanista, pero…, ¿cómo se compadece todo ese afán de modernidad con el narcotráfico, la esclavitud de mano de obra infantil, el terrorismo como negocio, la violencia estructural alrededor de explotaciones mineras o plantaciones de droga, el abuso, violación y asesinato de mujeres y niños víctimas de los intereses oscuros que financian en gran medida al narcomunismo bolivariano internacional…? Cabe sospechar que, debajo de esos utopismos –entre cripto-racistas y cinegéticos, pero con ínfulas de avanzados–, aceche la podredumbre, el lucro, el fraude, la injusticia de siempre… Todas esas cosas que, desde Europa y sus altas instancias de progreso plurinacional, no se ven, o no se quieren ver. Pero bien que las han percibido, con impresionante lucidez, los votantes chilenos de las regiones más pobres.