Cataluña

La concordia y el respeto

Esa lamentable hispanofobia que quiere expulsar al castellano de Cataluña es un error que solo conseguirá el efecto contrario

La mitad de los catalanes tenemos como lengua materna el castellano. Desde hace siglos en Cataluña se hablan catalán y castellano. En las últimas décadas, a causa del beneficio de la emigración latinoamericana, ha avanzado además el español, ante el cual los hablantes del castellano debemos ser humildes y reconocer que somos solo un mero subgrupo de esa ya gigantesca herramienta de comunicación (bien mirado, los hablantes de español que pronunciamos todavía la zeta somos ya una simple y diminuta minoría). Habida cuenta de ese mapa lingüístico –que basta bajar a la calle catalana y dar un paseo para comprobarlo– lo único que puede hacer un catalán honrado, justo y respetuoso, es cuidar con cariño todos nuestros idiomas y no intentar desplazar a ninguno de ellos de la esfera pública para no desairar a ningún conciudadano. Es una simple cuestión de respeto hacia los demás que, al final, comprobamos como condición necesaria para la concordia. Es evidente que, en los últimos tiempos, ha habido gentes dentro del regionalismo que han optado por ignorar realidades tan palmarias y, creyendo equivocadamente que con ello defendían el catalán, se han dedicado a intentar expulsar al español de la vida pública catalana, de los carteles municipales, del lenguaje administrativo, de la enseñanza pública, etc.

Pero si el catalán pierde hablantes no es por ninguna agresión o invasión del castellano, sino por la inepta e ignorante política cultural de la Generalidad en las últimas décadas. El catalanismo expulsó de sus proyectos a los filólogos más científicos, promoviendo solo pesebristas y paniaguados políticos. Aún recuerdo como un locutor de radio dado a la bebida insultaba hace años desde las ondas a indefensos filólogos catalanes por haber puesto objeciones a su ideario catalanista. Esa lamentable hispanofobia que quiere expulsar al castellano de Cataluña es un error que solo conseguirá el efecto contrario. El castellano aumentará su popularidad en Cataluña. Ganará el atractivo halo de la rebeldía.