Economía
El hombre tranquilo que vuelve a predicar en el desierto
Gastar y gastar generará más inflación, algo que perjudica siempre más a los menos favorecidos de la sociedad
El profeta Isaías (40,3) ya anunció «la voz que clama en el desierto». Cervantes, en El Quijote (II,6) advertía que «todo era predicar en el desierto». Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España (BdE), miembro del Consejo de Banco Central Europeo (BCE), un hombre tranquilo sobre todo, acudió ayer una vez más al Congreso de los Diputados para exponer su análisis y valoración de los Presupuestos Generales del Estado, como es preceptivo. Ocurre todos los años por estas fechas, aunque en tiempos de pandemia fueron alteradas. El Gobernador suele emitir un mensaje prudente y técnico y esta vez no ha sido una excepción. También es más que probable que sus palabras se queden perdidas en el diario de sesiones y constituyan una nueva prédica en el desierto. Lucas (4,24) ponía en boca de Jesús que «ningún profeta es aceptado en su propia tierra». Hernández de Cos no es ningún profeta, pero sus recomendaciones y sugerencias –«la verdad no suele gustar a las muchedumbre», según Kipling– es habitual que sean ignoradas por la parte del Gobierno que lidera Sánchez y despreciadas por la que encabeza Yolanda Díaz, a lo que se suman Iglesias y Echenique.
El gobernador reclamó ayer una revisión integral del gasto público y del sistema impositivo. Fue de los primeros, al inicio de la pandemia, en ponerse del lado de los partidarios de más gasto para combatir los efectos de la situación. También explicó, desde el principio, que esas alegrías en los dispendios debían ser temporales y dirigidas solo a los más vulnerables. Ahora advierte de que esos gastos extraordinarios pueden convertirse en estructurales, es decir, en definitivos, algo que haría también que España tuviera un déficit permanente del 3,4% sobre el PIB, entre 40.000 y 50.000 millones de números rojos, algo insostenible. Pide una vez más «consolidación fiscal», que en el lenguaje de la calle no es otra cosa que algo tan elemental –no hay que ser premio Nobel de Economía para entenderlo– como cuadrar los gastos con los ingresos. Hernández de Cos teme, pero evita cualquier catastrofismo, que si no hay equilibrio en las cuentas públicas pueda llegar otra situación complicada, como la de la Gran Recesión, y poner a la economía española en «shock». Además, gastar y gastar generará más inflación, algo que perjudica siempre más a los menos favorecidos de la sociedad. El gobernador no se cansará, con buenas formas además, de repetir su mensaje, pero corre el riesgo de ser el verdadero hombre tranquilo que predica en el desierto.
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