
Tribuna
Israelí vs. judío
Es muy habitual que, cuando Israel enfrenta un conflicto, los españoles de religión judía sufrimos las consecuencias: nuestros lugares de culto, reunión, viviendas, comercios, etc. se ven señalados y atacados en alguna ocasión


Sirvan estas líneas para arrojar algo de luz a la confusión que con demasiada frecuencia encontramos en los medios de comunicación que utilizan las palabras israelí y judío como si fueran sinónimos. Y no lo son.
Hace unos días, leímos un artículo sobre la detención y entrada en prisión del presunto autor del intento de incendio a la pizzería kosher Rimmon, de Madrid. En el antetítulo, el periodista mencionaba que se atacaron «intereses israelíes en España». Se trataba de un restaurante que se rige por las normas de la Kashrut (conjunto de leyes que designan lo que está permitido comer y lo que no, según la religión judía). No era un establecimiento de un israelí, ni de Israel.
La palabra «israelí» se refiere a las personas naturales de Israel, o que tienen nacionalidad de aquel país. Y no tiene que ver con la religión. De hecho, hay israelíes judíos, musulmanes, drusos, cristianos, bahais y budistas. Todos son ciudadanos con igualdad de derechos y plena libertad religiosa. Todos son israelíes. Según los últimos censos, la población judía mundial ronda los 14 millones de personas, de las cuales, casi 8 millones viven en Israel. El resto, 6 millones, vivimos en otros países, donde formamos parte de la sociedad de manera activa y positiva.
En España somos algo menos de cien mil judíos, que nos sentimos españoles porque lo somos. Compartimos con nuestros compatriotas las mismas inquietudes y desafíos y con los judíos del mundo, una historia, cultura, tradición, herencia y religión común.
Los españoles de religión judía desarrollamos nuestras vidas en España (Sefarad) de una manera libre y plena. Contribuyendo al desarrollo de nuestro país y orgullosos del mismo. Los españoles de religión judía tratamos de acudir a Israel en determinados momentos porque allí se encuentra el lugar más sagrado del Judaísmo: el kotel o Muro de las Lamentaciones, que es una parte del muro exterior que queda en pie del antiguo Templo de Jerusalén. También está la tumba de los Patriarcas (Abraham, Isaac y Jacob), la tumba de José y otros lugares muy venerados por los judíos piadosos.
Son símbolos del pueblo judío la Estrella de David y la menorah (candelabro de 7 brazos). Utilizar estos símbolos para representar al estado moderno de Israel, no es correcto. Cuando se utilizan, se representa a todo el colectivo judío del mundo. Es muy habitual que, cuando Israel enfrenta un conflicto, los españoles de religión judía sufrimos las consecuencias: nuestros lugares de culto, reunión, viviendas, comercios, etc. se ven señalados y atacados en alguna ocasión. Nos enfrentamos a incomprensión, rechazo, insultos… nuestros hijos lo sufren en sus centros educativos y algunos ocultan la condición de judíos para evitar problemas.
Nuestros oratorios y colegios son los únicos de España que están custodiados por las fuerzas de seguridad del Estado por peligro de ataque. Nuestros hijos acuden al colegio viendo cada día a policías en la puerta. Vaya por delante nuestro agradecimiento por la protección. Pero también el toque a la conciencia general de que no debemos normalizar esta situación. En un país que garantiza las libertades individuales, donde hay libertad religiosa, esta situación es, cuando menos, una anomalía. No hay más que asomarse al Observatorio de Antisemitismo para darse cuenta de la cantidad de señalamiento, insultos y rechazo que se propagan por diferentes vías contra los judíos.
Y no sólo sucede en España. Estos días hemos visto cómo activistas propalestinos la emprendían contra la única panadería kosher en Estrasburgo, con la presunta intención de entrar y linchar a los dueños. Es sólo un ejemplo del terrible aumento del antisemitismo en el último año y medio. Resulta delirante cómo desde el 7 de octubre de 2023, día en el que se cometió la mayor matanza de judíos desde el Holocausto, despertó el rugido del antisemitismo.
Una última puntualización con otro término que se ha convertido en controvertido cuando no lo es: sionista. Sionista alude al seguidor del Sionismo, movimiento nacionalista surgido (como otros muchos en Europa) a finales del S.XIX, que defiende la autodeterminación del pueblo judío en su tierra ancestral: Israel. Viene de la palabra «Sión», que es una colina representativa de Jerusalén. Por tanto, quien está de acuerdo con que el pueblo judío, como los demás pueblos, cuenta con el derecho inalienable de autodeterminación en aquella zona, está de acuerdo con el sionismo. Sin embargo, la palabra se ha demonizado y convertido en sinónimo de colonialismo, imperialismo y hasta racismo. Y en absoluto tiene que ver con nada de esto. Para evitar la confusión y la desinformación, resulta vital una llamada a la responsabilidad de los medios de comunicación que tienen la importantísima misión de informar y crear opinión.
Los medios tienen que cumplir con esta misión de forma correcta, aclarando y no confundiendo, dando los datos y mencionando las fuentes. Ofreciendo una información clara, concisa y veraz. Y una opinión en espacios expresamente reservados para ella, destacados y diferenciados de la información.
La Federación de Comunidades Judías de España estamos a vuestra disposición para aclarar dudas, conceptos o expresiones en aras a que los ciudadanos puedan tener la información clara y veraz que merecen.
David Abadíaes presidente de las Comunidades Judías de España.
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