Quisicosas

Cuando los hombres te tocan

Depardieu siempre ha sido un elefante en cacharrería, pero la fecha de sus desmanes revela sobre todo un imbécil que ignora en qué mundo vive

A una de mis mejores amigas se le derramó un señor encima en el cine, no sé escribirlo con mayor urbanidad, cuando apenas tenía catorce años. Como no es boba, se levantó y empezó a dar voces y el sinvergüenza se irguió detrás para decir que ella lo había provocado. Se generó revuelo en la sala, una enorme confusión en mitad de la proyección, vinieron los acomodadores y se tapó todo. A ella le regalaron entradas y a él lo sentaron en las filas traseras, aquellos tickets extra se clavaron como espinas. Lo que le pasa a Gérard Depardieu es que no sabe en qué época vive. Al francés lo acaban de condenar a 18 meses por agresiones sexuales a distintas actrices durante un rodaje en 2021 y, aunque no va a entrar en la cárcel, quedará inscrito en el fichero público de abusadores y su carrera tiene un futuro negro.

Cuando era jovencita, los hombres se te arrimaban en el metro en cuanto te descuidabas y la única manera de defenderse era clavarles el paraguas en el empeine del pie, sin misericordia, como me enseñó mi abuela Pilar. «No discutas», me decía, «no te harán caso, tú hazle sangre». Entonces estas cosas no se decían en público. Había bromas procaces y te callabas, entre apurada e incómoda, dudando de si habías hecho algo para provocarlo, te sentías sucia. Algunas todavía me queman el alma, las que me hicieron embarazada. A veces, un empellón y unas carcajadas te servían para quitarte de encima un abusón, pero había una molestísima franja de indefinición y claroscuro en la que las más tímidas podían naufragar.

Es difícil juzgar si directores de cine difuntos o productores ancianos deben ser condenados hoy por sus acciones de antaño. Supongo que los extraños códigos que nos aislaban a nosotras, a ellos les producían un espejismo de impunidad natural, si es que se puede hablar de naturalidad en el abuso. Lo malo está mal siempre, pero el amanecer para las mujeres ha sido tan rápido y radical que lo que regía en mis treinta es inimaginable ahora.

Depardieu siempre ha sido un elefante en cacharrería, pero la fecha de sus desmanes revela sobre todo un imbécil que ignora en qué mundo vive. Su enorme vanidad de estrella, su narcisismo imperial, le han generado el delirio de que sus víctimas de 2021 quedaban aherrojadas bajo su peso infinito. Es bueno que lo pague, puede que incluso reflexione acerca de la vergüenza infligida y la humillación provocada. No soy mucho de caza de brujas, pero si ahora pones la mano donde no debes, te quemas. Hay cierta justicia retrospectiva, que incluye a mi amiga del cine.