Cuartel emocional

Los carcamales

Todos llegaremos a carcamal, lo sé, mala cosa si no alcanzamos a serlo. Yo de hecho ya presento síntomas: cada vez más maniática y cada vez más roñosa. Tengo al de casa desesperado, pero también me adornan otras virtudes, me he vuelto más simpática, o sea que va lo uno por lo otro. En el panorama mundial tenemos tres muy sobresalientes. Carcamales, digo. El primero, Biden, que se desplaza de un lado a otro no caminando, porque se le nota más el peso de su ancianidad, sino a base de un trotecillo bastante ligero y grácil, aunque debe poner coto a los micrófonos cuando los periodistas le asaltan porque dice unas incongruencias bastante graves, sin ir más lejos el otro día interrumpió su agenda para comprarse un helado, lo que resultó un gran acontecimiento (¡vaya por Dios!), y la pregunta de los reporteros que cubrieron el “acto” fue ¿cuál es su mensaje para los republicanos cara a la comisión del 6 de enero? A lo que contestó “que coman un helado de chocolate con chips”. Ahí lo dejo. Si es que cuando la edad avanza, los políticos se vuelven humoristas, por ejemplo Felipe González, que está también muy ameno, aunque carece de gracejo andaluz, pese a ser sevillano, vamos, que el Señor no lo llevó por el camino del chiste. El otro día se conmemoraba el cuadragésimo aniversario de la primera victoria socialista con una exposición en Ferraz, donde aparecía con Sánchez y donde se echó de menos a Alfonso Guerra, otro de los artífices de aquel éxito ochentero, cuando todavía algunos éramos cuasi adolescentes. La frasecita aguda fue “no interfiero, estoy disponible” ¿qué habrá querido decir? No le doy más vueltas y voy al tercer vejete, que es el sonriente y amuñecado Berlusconi, que no sabemos muy bien qué se ha hecho en la cara o qué maquillaje le ponen, pero es como una careta de goma. Éste no se anduvo con bobadas y, en público y sin ambages elogió y hasta justificó a Putin diciendo que éste le envió veinte botellas de vodka por su cumpleaños, (algo de caviar también habrá caído, digo yo), dejando así con el culo al aire el gobierno o, más bien, el todavía presunto gobierno de la Meloni. Pero, como dijo el Rey, ¿por qué no se callan?

Por aquí andan todos muy ocupados, más bien okupados, con la ley trans, como si no hubiera problemas importantes en el país. Nadie se pone de acuerdo con el engendro de la irresponsable Irene Montero, a todos se nos llevan los demonios de verla en el Gobierno, lo mismo que a otros muchos, a la simpática Yolanda Díaz, “la ministra del extraño prestigio”, como la llama una conocida y solvente columnista de la competencia, y creo que le va como anillo al dedo. Otra ignorante que estaría muy bien concursando en un certamen de Miss Simpatía, pero no en un Ejecutivo de un país como España. Francamente la gran mayoría de los contribuyentes no nos merecemos esto, salvo la pequeña facción que tuvo la bonita ocurrencia de votarlos. Lo malo es que quienes pagamos el pato somos el conjunto de la Nación.

CODA. 1) A Sánchez Macron le ha colado un gasoducto Barcelona-Marsella para pobres, o sea, low cost como los bolsos Louis Vuitton de los manteros. 2) A la buena de Liz Truss no le han quedado más cáscaras que renunciar al 10 de Downing St., que por ahí dicen que ya está en plan airbnb, o sea, vivienda para estancias breves. A la dama del bello acento la comparan con una lechuga iceberg. Realmente siempre le vi un poco de cara de lechuguina…y 3) Al gato Almeida le echan al ratón Bolaños para que juegue en las elecciones municipales de la capital. No digo más.