Ecologismo

Eco tontos

Hoy son las pinturas, ¿a qué se atreverán mañana? Está más que comprobado que cuando los ideales se radicalizan, nada bueno puede salir de eso

Podría despotricar hoy, aquí, de lo carísimo que sale repostar, de la recesión inevitable que se nos avecina, de las cesiones inauditas del Gobierno a nacionalistas e independentistas, con tal de que le aprueben los presupuestos. Podría elucubrar sobre el significado real de los mensajes apocalípticos de Putin, ahora que sus tropas pierden terreno en Ucrania, pero…ha vuelto a ocurrir. Un grupo de individuos se han plantado alegremente en la galería Mauritshuis, en La Haya, y han atacado nada menos que «La joven de la perla», obra maestra de Vermeer. Uno se untó pegamento y pegó su cabeza al cristal que protegía la pintura, mientras otro vertía sobre ella sopa de tomate ante el resto de los visitantes, que escuchaban atónitos la arenga clásica del activismo de «Stop Oil»: «¿Cómo te sientes al ver algo tan bonito y valioso siendo aparentemente destrozado? Hay gente que se encuentra así, desprotegida», exclamaba uno de ellos… ¡Como si la obra de arte tuviera la culpa! Un numerito más –y no será el último, me temo– de la campaña terrorífica de lanzamiento de líquidos varios que incluye a Los Girasoles de Van Gogh, a telas de Monet, Botticelli, Picasso o Rubens. Lo mismo les da eso que arrearle de repente un tartazo a la figura de cera del Rey Carlos III para luego subirlo a las redes, como si fueran ellos los auténticos héroes solitarios en un mundo de causas perdidas.

En vista de que se expande sin remedio este fenómeno de «eco tontos», me llama la atención que nadie, en esa galería de Países Bajos, les hubiera detectado al entrar el pegamento y el bote de sopa. Cruzo los dedos para no tener que presenciar aquí un ataque similar a Las Meninas o al Guernica. Nuestros museos han tomado nota y, si ya de entrada te prohibían hacer fotos o acercarte mínimamente a según qué cuadros, ahora nos enfocarán con lupa. No vaya colarse, en cualquier momento, un espécimen de estas características.

No, chicos, no: el fin no justifica los medios. Cierto que el cambio climático es un problema gigantesco. Ahí están los datos y el aviso desesperado de la ONU, pero dejen el arte en paz, por favor. Usen su imaginación para hacerse escuchar de un modo constructivo. Hoy son las pinturas, ¿a qué se atreverán mañana? Está más que comprobado que cuando los ideales se radicalizan, nada bueno puede salir de eso. Quienes ahora nos asaltan los museos son chavales nacidos y educados en Occidente, no lo olvidemos. Prototipos enfermos de un mundo globalizado en el que, a veces, por desgracia, importa más el número de visitas a tus redes sociales que la naturaleza de tu propio mensaje. Como diría Mafalda, está el patio para pedir que lo paren y salir corriendo.