Política

¿Y el salario mínimo?

Al menos una parte del Gobierno reconoce que subir el salario mínimo no sale gratis, ni siquiera para los supuestos beneficiarios

A fecha de hoy, el Gobierno todavía no ha acordado cuánto piensa incrementar el salario mínimo en 2023. La medida, que habría sido coherente que se anunciara el pasado martes junto al paquete anticrisis o, alternativamente, este miércoles durante la rueda de prensa que ofreció Yolanda Díaz para evaluar su reforma laboral, sigue sin concretarse. No me malinterpreten: no tengo ninguna duda de que terminará habiendo acuerdo dentro del Ejecutivo y que éste se anunciará a bombo y platillo en el corto plazo, pero que haya discrepancias dentro del Gobierno acerca de la cuantía en que debe incrementarse el SMI debería resultarnos bastante ilustrativo de que no se trata de una cuestión tan trivial como muchas veces pretenden hacernos creer desde el propio Gobierno. Si fuera cierto que subir el salario mínimo no acarrea ningún efecto adverso sobre el empleo, que incluso puede potenciar la creación de empleo impulsando el consumo de los trabajadores, ¿a qué vienen tantas dudas sobre la cuantía en que debería incrementarse el salario mínimo? La decisión debería ser relativamente inmediata y automática salvo que el Gobierno de progreso esté movido por intereses espurios y contrarios al bienestar de «la gente» o de «los trabajadores». Evidentemente, cualquiera con dos dedos de frente puede imaginar que las discrepancias dentro de Ejecutivo PSOE-Podemos respecto a la cuantía en que debe incrementarse el SMI están muy relacionadas con una ponderación de los efectos positivos y de los efectos adversos que puede conllevar esta medida: y es que los efectos adversos, por mucho que el Ministerio de Trabajo se empeñe en negarlos, existen. ¿Cuáles son esos efectos adversos? Ni siquiera es necesario acudir al Banco de España para comprobarlo: el propio informe que encargó el Ministerio de Trabajo a la Fundación Iseak para evaluar los efectos de la subida del SMI en 2019 concluye que, junto a los efectos positivos que tuvo esta política, también hallamos efectos negativos en forma de destrucción de empleo (28.000 personas) e incremento de las jornadas a tiempo parcial (alrededor de 12.000 personas). No mide la Fundación Iseak los empleos que dejaron de crearse como resultado de esta subida (y que, atendiendo a la estimación del Banco de España, probablemente fueran otros 100.000). De ahí que haya discrepancias lógicas y necesarias: porque al menos una parte del Gobierno reconoce que subir el salario mínimo no sale gratis, ni siquiera para los supuestos beneficiarios. Lo peor, pues, no es que se apueste por subirlo o por mantenerlo, sino que se pretendan negar y ocultar los claroscuros de la medida.