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La toga de Conde-Pumpido
Es uno de los mejores penalistas de nuestro país y creo que no querrá culminar el periodo final de su carrera quedando como una marioneta del poder
El Gobierno considera que ha culminado con éxito la operación para controlar el Constitucional. No ha sido un camino de rosas, porque Balaguer decidió presentar su candidatura frente a Conde-Pumpido, que le ofreció la vicepresidencia, pero no quiso aceptarla. La misma respuesta obtuvo de Enríquez, ya que el bloque conservador prefería a Balaguer. Al final se llegó a la confrontación y Conde-Pumpido decidió que la vicepresidencia estuviera, también, en manos de los progresistas. Es cierto que la catedrática forma parte del llamado bloque progresista, pero tiene el inconveniente de que sus posiciones son más radicales. Por ello, el jurista más poderoso de la izquierda judicial y que influye decisivamente en la política gubernamental en esta materia, consiguió la victoria por un solo voto. Lo único importante es que es el nuevo presidente. Es lógico que Sánchez esté tranquilo, porque Balaguer era una auténtica pesadilla. Su carácter imprevisible y su beligerancia contra la Monarquía podían provocar problemas institucionales. Ahora ya se tiene la garantía de que el río discurrirá por el cauce previsto bajo el férreo mando de Conde-Pumpido que está acostumbrado a ejercer el poder.
Es uno de los mejores penalistas de nuestro país y creo que no querrá culminar el periodo final de su carrera quedando como una marioneta del poder. Es demasiado inteligente y hábil como para cometer errores o adoptar decisiones que desprestigien al TC. Me viene a la memoria algo que me explicó un buen y querido amigo. Había sido nombrado para ocupar una responsabilidad gubernamental. Tras una brillante gestión, le comunicó al entonces presidente del Gobierno que debía regresar a la judicatura para ocupar un cargo muy importante. Su interlocutor le contestó que lo entendía, pero le pidió que le propusiera a otro magistrado porque eran independientes y estaban acostumbrados a mandar desde que asumían su primer destino. Es lo que les diferencia de otros cuerpos de funcionarios. Tengo confianza en que el nuevo presidente estará a la altura de la responsabilidad que acaba de asumir, la más relevante de su carrera profesional. La gran mayoría de mis amigos y compañeros juristas lo preferían a Balaguer, precisamente por su sólida formación y su respeto a las instituciones. Lo ha demostrado en el desafío independentista. Por ello, espero que no se manche la toga.
Francisco Marhuendaes catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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