Política
Yolanda Robin Hood
«Competirá ahora con Sánchez en ver quién es más sensible en atacar a los empresarios y los ricos»
Me parto. Por lo visto se extiende la epidemia «Robin Hood» en la izquierda a lomos del caballo desbocado del populismo. No sé si Yolanda Díaz quiere reconciliarse con Iglesias y convertirse en una de sus acólitas, en dura pugna con el dúo Irene e Ione, o ha tenido un subidón de precampaña. Es un síndrome inquietante para un político serio, porque me imagino a Yolanda vestida de verde, con arco y flechas correteando de árbol en árbol por el bosque de Sherwood. No hay duda de que el malvado sheriff de Nottingham es Antonio Garamendi, su antiguo amigo convertido ahora en el líder de los empresarios que se forran con la inflación. He de reconocer que ya no tiene edad y físico para perseguir con su espada por los caminos empedrados y sorteando riachuelos con el objetivo de capturar a Yolanda. No se lo recomiendo, porque se puede agotar. Garamendi tiene que liderar la CEOE 2.0 y hacerse acreedor de una baronía o condado para que sus blasones se equiparen a sus amigos de Neguri o a su familia política. Creo que no puedo darle mejor consejo que sirva para fortalecer el afecto que nos tenemos. Es posible que Yolanda quiera seguir los pasos de Robin Hood que en su imaginación lo ha convertido en un comunista que robaba a los ricos, en este caso los malvados empresarios españoles que se «llenan los bolsillos con la inflación», para repartirlos entre los sufridos campesinos, que ahora son los trabajadores que padecen la devaluación. La tradición otorga a Robin Hood la condición nobiliaria como conde de Huntington, porque podría estar inspirado en Robert Fitzooth. Es un tema interesante que ocupa desde hace tiempo a los historiadores. ¿Real o imaginario? Nunca lo sabremos. Las novelas, series y películas han creado ese síndrome tan atractivo que encontramos en muchas culturas y relatos. Por ello, nuestra Yolanda, lanzada a la candidatura, competirá ahora con Sánchez en ver quién es más sensible en atacar a los empresarios y los ricos, aunque lo tiene mal porque el inquilino de La Moncloa considera que ha encontrado un filón haciendo, también, de moderno Robin Hood e incluso tiene más fácil, si quiere, ser conde si Felipe VI decide ejercer el privilegio de conceder títulos nobiliarios.
Francisco Marhuenda es catedrático de Derecho Público e Historia de las Instituciones (UNIE).
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