Parresía
Rebeldes con causa
¿Cómo ha conseguido Pablo de Rojas apartarlas de la Iglesia? Lo que ellas no resaltan en la tele ni en Instagram es que, a cambio de romper con el Vaticano, se les van a terminar también, gracias a su líder espiritual, los problemas económicos que arrastran
Las monjas rebeldes de Belorado nos han tenido muy entretenidos en esta semana chulapa –chula y guapa–, rociera y, sobre todo, resacosa de elecciones catalanas. Doy las gracias, desde aquí, a la abadesa y compañía por sorprendernos tantísimo con su cisma, mucho más entretenido que los titulares cotidianos. ¡No le faltan detalles al culebrón! Un individuo propio del medievo, don Pablo de Rojas, inquietante en sus maneras y muy pudiente, con un patrimonio que incluye un palacete y varios seminarios, se hace llamar obispo, sin serlo. Y no contento con eso, funda una orden de falsos sacerdotes y envía a uno de ellos –antiguo «barman» y maestro de cócteles– a «asesorar» a una orden de Clarisas. Las religiosas, que llevan toda la vida vendiendo trufas, están hasta el cuello de deudas, pero no encuentran empatía en el Obispado que les corresponde y, no me preguntéis cómo, acaban intimando con el falso obispo.
¿Cómo ha conseguido Pablo de Rojas apartarlas de la Iglesia? Lo que ellas no resaltan en la tele ni en Instagram es que, a cambio de romper con el Vaticano, se les van a terminar también, gracias a su líder espiritual, los problemas económicos que arrastran. «Cuidado con los profetas falsos; se acercan con piel de oveja, pero por dentro son lobos rapaces. Por sus frutos los conoceréis. ¿Acaso se cosechan uvas de las zarzas o higos de los cardos?». ¡No lo digo yo, hermanas! Evangelio según San Mateo, capítulo 7, versículo 15. Por lo demás, esta semana un lobo solitario –un jubilado loco– ha intentado matar a tiros a un primer ministro de la Unión Europea. Si se tratara de una agresión aislada a un político comunitario, no sonarían las alarmas que todos escuchamos. Hay motivos de sobra para pedir tolerancia ideológica a nuestra sociedad y, en especial, a nuestros representantes públicos. Pedro Sánchez, tras cinco días de retiro en Moncloa, salió a denunciar la máquina del fango que alienta el extremismo. Sabe bien el presidente que ese fango también lo esparcen los suyos, en la misma medida que la oposición. Hace solo unas horas, la vicepresidenta Ribera incluía a la derecha (PP) y a VOX en el mismo saco de ese extremismo capaz de causar un atentado como el que ha sufrido el premier eslovaco. Nada más y nada menos. Amigos, a pesar de tanto fango, bueno es saber que nuestra economía no va como una moto, ¡va… como un cohete! La frase de Sánchez me recordó a la imagen legendaria de una colega televisiva, hace unos cuantos años, cuando quiso subrayar la gran velocidad a la que iba un piloto y, no sabe ella por qué, pronunció «pepino» sin venir a cuento. Brindemos por muchos más cohetes.
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