Universidad
El ilustre bofetón
Una empollona ególatra, repelente niña-vicente, ocupó el púlpito de su minuto de gloria para denigrar la figura de Isabel Díaz Ayuso en la Universidad Complutenese
Voy a confesar algo con lo que probablemente coincidan: los estudiantes me caen un poco mal.
Los conozco ¿eh? No hace tantísimo que yo fui una joven alumna, ahora doy clase en la universidad y para más muestras tengo jovenzuelos a mi cargo en forma de hijos…
¿Razones por las que me parecen irritantes? Pues miren, estos adultitos en proceso, plenos de derechos, que no aceptan deberes, henchidos de teoría de la virtud y la justicia, pero sin vivencias en su haber que las avalen (ni práctica que les otorgue inteligencia, humildad y compasión) sólo pueden resultar amigables si han sido dotados en sus familias de una excelente educación. La minoría.
En general se caracterizan por su falta de experiencia, templanza y sabiduría, mezcladas con una natural (y torrencial) hormonación que los lleva como cóctel molotov irremediable a la desfachatez.
Esto que les cuento se representó solito ayer, sobre un escenario, en la Complutense donde una empollona ególatra, repelente niña-vicente, ocupó el púlpito de su minuto de gloria para denigrar la figura de Isabel Díaz Ayuso, su nombramiento como “Alumna Ilustre” de la Complutense, y, de paso, a todos los que no piensan exactamente igual que ella.
La pequeña autoritaria, exhibió sin complejos su inmensa rabia hacia los que han elegido en las urnas una opción que a ella no le satisface y, en el mismo show, mostró también que ni en su casa ni en la escuela de Ciencias de la Información le han explicado lo que son la democracia, las elecciones libres, el respeto, el debate etc.
Desde sus gafitas y su flequillo jarraichu kortado con las tijeras del pescao, atalaya de la superioridad moral de los ninis pseudo revolucionarios, la muchacha, premiada con idéntico título que la Presidenta, amenazó con romper el suyo y afirmo con tanta agresividad y odio, como escaso pudor y capacidad de análisis, que la universidad estaba de luto: “Ayusoo, peperaa, los ilustres están fuera”_gritó.
Fuera de la sala resonaban los rebuznos de otros capullos como ella, soltando majaderías como asesina, cucaracha y fascista para la política galardonada.
Tengo que añadir que yo en la uni jamás me dediqué al jaleíto chachi quemacontenedores pseudopolítico porque en mis tiempos la cosa no estaba tan polarizada como ahora, porque empecé a trabajar en un periódico en primero de carrera (y no dejé de hacerlo nunca más) y no tenía tiempo para memeces, y, sobre todo, porque para hacer política, y para saber dónde tiene uno la nariz, hay que haber trabajado ¡joder!.
Para muchos imberbes, para los ignorantes, para los obtusos y para los podemitas (a veces, estos cuatro atributos se ensañan con la misma persona) “fascista” es “todo lo que se diferencia de lo que pienso yo-me-mi-conmigo”o en su defecto “todo el que no comparte mis traumas”.
A ver, tontolabita, el premio para Ayuso tiene el mismo peso que el nombramiento de Pablo Iglesias en su momento como profesor honorífico pero independientemente de esas fruslerías que no nos importan y que no entraré a valorar, tú, pones en evidencia el rigor intelectual y filosófico de nuestras juventudes, a tu madre que (te debe un bofetón, al menos, y ese que ella no te ha dado te lo dispensará la vida con menos cariño) estaba en la sala grabando ¿orgullosa?, pero sobre todo a la universidad española y a la facultad en concreto donde eres la alumna más brillante. Ejem…
Y digo yo, que si esta acémila totalitaria, una de las tipas más impresentables de cuantas optan por el título actualmente (y está reñidito) pudiera, metería en la cárcel, o algo peor, a todos los que no se someten a su criterio, en su sesgo loco y chalado, en su odio irracional y liberticida. Los fusilamientos de la ilustre mula.
Dice la Biblia que la boca habla de lo que rebosa el corazón y, en efecto, en su alegato obsceno, cargó también contra los hombres. ¿Otra taradita más sin figura paterna? Esto para reflexionar.
Sobreponte querida Eli, como hacemos todos. Por suerte, la juventud se supera rápido, por desgracia, la imbecilidad no.
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