Cuartel emocional
Alma llanera
Cada vez nos acercamos más al madurismo
Venezuela y Colombia han sido siempre dos países hermanos con una extensísima frontera compartida en una extensión de más de dos mil kilómetros a lo largo de la cual ha germinado una estrecha relación histórica, social, cultural y comercial. Comparten además un río, el Arauca, y asumen como propia también una canción que relacionamos con ambos países y se canta en plan himno haciendo que en los ojos de cada cual comiencen a brotar lágrimas como el rocío de la mañana. “¡Amo, lloro, canto, río!” Que sepamos todos que en breve y al paso que vamos, estaremos cantando “Alma llanera” como himno nacional; por lo menos tenemos letra, no como nuestra querida marcha Real, que solo la tarareamos. Sí, cada vez nos acercamos más al madurismo; antes podíamos quejarnos de la financiación ilegal del PSOE en tiempos de Felipe, cuando brotó como una gran epidemia los casos Filesa, Malesa, Time Sport, empresas que soltaban la lana para los gastos de las elecciones del ochenta y nueve; un caso durante cuya instrucción se llegó a imputar a unas cincuenta personas. El magistrado Marino Barbero tuvo mucho trabajo hasta alcanzar las condenas de prisión de cargos socialistas, como Aida Álvarez, y otros nombres que ya se nos desdibujan con el paso de los años, que ya son muchos, en que nuestras vidas, si bien giraban en torno a esta realidad corrupta, no corrían peligro del riesgo de la pérdida de nuestras libertades, como ocurre ahora. Estamos en modo Maduro, y el juez de moda es un tío con las gónadas bien colocadas, yo diría que de unos cinco centímetros de diámetro cada una, y no se arredra ni ante la consabida flor en el culo que presenta Sánchez en todos sus movimientos. Me pregunto por qué mejor no juega a los euromillones, que seguro que le tocan. Debe ser que el colchón de la Moncloa lo pone más cachondo que a los deportistas olímpicos las camas de cartón que les han asignado. Increíble, pero les han aprovisionado con trescientos mil condones para su uso y disfrute. Habrá que probar una cuando sintamos que nuestro deseo decae, cuando nuestra concupiscencia no ser halle en su mejor momento y cuando notemos ausencia de lubricidad.
Pero que cada vez estamos más cerca del madurismo es un hecho. Begoñez se encuentra dispuesta ya a la vuelta al cole, o sea a esa cátedra que no le corresponde pero de la que saca unos sustanciosos beneficios -envidio el bolsón económico que está acumulando-, sin olvidar el cinismo que muestra el presidente en sus apariciones, que es digno de encomio. Nos preguntábamos el otro día si tendrá el cuajo de irse a La Mareta, a Doñana o a cualquiera de esas residencias pertenecientes a Patrimonio Nacional, a bordo del mítico Falcon, ya de su propiedad. No nos extrañemos de que pudiera expulsar al Rey de Marivent para hacerse allí un veraneo con clases aceleradas de vela para competir en las próximas regatas, siempre tan concurridas en Puerto Portals, ese referente del Mediterráneo difícilmente igualable.
CODA. Dicen que Carlos III está lleno de manías, y a mí no me parece mal: todos tenemos derecho a un cupo amplio de neuras, extravagancias, obsesiones, filias y fobias. Hacen parte de nuestro carisma y sin ellas perderíamos encanto, no seríamos los mismos, seríamos otros con menos interés, sin duda. La vulgaridad y el estándar es el más apestoso de los adornos del ser en cuanto a ser, así, pues, recemos para que no nos crucemos en nuestra cercanía con un alguien que nos aporte no más que aburrimiento, desidia y bostezos.
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